La vida del Santo Profeta (sa)
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)
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La vida del Santo Profeta (sa)

Jalifa de la Comunidad Musulmana Ahmadía

SERMÓN DEL VIERNES, 22 de DICIEMBRE de 2023.

Pronunciado en la MEZQUITA MUBARAK de Islamabad (Tilford, Surrey), Reino Unido.

Después de recitar el Tashahud, el Taawwuz y el Surah Al-Fatihah,

Hazrat Mirza Masrur Ahmad, Jalifatul Masih V (atba), declaró:

Hoy en día, la “Batalla de Uhud” se discute en los sermones [del viernes] y, como [ya] se mencionó, durante el enfrentamiento general, los musulmanes causaron grandes pérdidas a los incrédulos y estos se vieron obligados a retirarse. Sin embargo, cuando a pesar de las enfáticas instrucciones del Santo Profeta Muhammad (sa) la mayoría de los designados para proteger el paso de montaña lo dejaron desatendido, el enemigo lanzó un ataque desde esa dirección y causó un gran daño a los musulmanes.

Los detalles de esto son los siguientes:

Cuando los abanderados de los idólatras fueron asesinados uno tras otro y nadie se atrevió a levantar el estandarte ni a acercarse, estos se escabulleron inmediatamente y les dieron la espalda. Incluso sus mujeres, que hacía unos momentos tocaban melodiosa y apasionadamente el tambor y cantaban, arrojaron sus tambores y huyeron hacia la montaña. Entonces, al ver los musulmanes que el enemigo se retiraba corrieron tras ellos y comenzaron a recoger sus armas y el botín de guerra. En ese mismo momento, los arqueros musulmanes, a quienes el Santo Profeta (sa) había colocado en la montaña y les había ordenado que no se movieran [de allí] bajo ninguna circunstancia, bajaron para recoger el botín, o eso se alega. [Por su parte], Hazrat Abdul’lah bin Yubair (ra), el líder de este batallón, les conminó estrictamente no hacerlo, ya que tenían instrucciones del Profeta (sa) de no abandonar su puesto bajo ninguna circunstancia; pero ellos no lo escucharon y dijeron: “Los idólatras han sido derrotados. ¿Qué estamos haciendo aquí parados?”. Dicho esto, descendieron de la montaña y comenzaron a recoger el botín de guerra. [De todas formas], aunque la mayoría de ellos había dejado su posición, su líder Hazrat Abdul’lah bin Yubair (ra) y algunos otros Compañeros (ra) permanecieron firmes en sus lugar, y eran incluso menos de diez. [Entonces], su líder dijo a los que descendían del paso de montaña: “¡Ciertamente yo no desobedeceré las instrucciones del Mensajero de Al’lah (sa)!”.

[Ahora bien], al hablar de los Compañeros (ra) que dejaron el paso de montaña, la mayoría de los historiadores y biógrafos afirman que tenían prisa [por recoger] el botín e insistieron en que: “Si todos los demás están recogiendo el botín de guerra, ¿por qué deberíamos quedarnos atrás?”; a pesar de que su comandante, Hazrat Abdul’lah bin Yubair (ra), se manifestó en contra [diciendo] que: “Quedarse aquí es lo que el Mensajero de Al’lah (sa) nos ordenó hacer y no abandonar nuestra posición bajo ninguna circunstancia. Por lo tanto, debemos permanecer aquí”. No obstante, la mayoría de ellos no estuvo de acuerdo con su líder y descendieron del paso de montaña para recoger el botín de guerra. [En este caso], muchos historiadores ha escrito esto y lo mismo se menciona generalmente en los libros de Hadiz y comentarios, [en otras palabras], de que estos Compañeros (ra) abandonaron el paso de montaña a toda prisa [para recoger] el botín.

En el comentario del versículo 153 del “Surah Al-Imran”, que [dice en árabe, entre otras cosas]:

“Entre vosotros había quienes deseaban el mundo presente y otros que deseaban el próximo”.

[Pues bien], la mayoría de los comentaristas ha escrito que los Compañeros (ra) querían ir rápidamente para recoger el botín de guerra. Sin embargo, dejar el paso de montaña por ese deseo mundano no parece propio de los Compañeros (ra).

[Por su parte], Hazrat Musleh Maud (ra) también escribió una nota detallada en relación con esto que no está publicada y la mencionaré más adelante en el comentario de este [tema]. De todas formas,  recitaré el versículo completo, que es así:

“Y en verdad Al’lah cumplió con vosotros Su promesa

cuando los poníais en fuga y los derrotabais con Su permiso;

hasta que, cuando flaqueasteis en lo concerniente a la obediencia al Santo Profeta

y comenzasteis a disputar entre vosotros sobre la verdadera intención de la orden

y desobedecisteis después de que Él os hubiera concedido lo que vuestro corazón deseaba

en forma de victoria, os retiró Su ayuda.

Entre vosotros había quienes deseaban el mundo presente y otros que deseaban el próximo.

Entonces os alejó de ellos para poder probaros -y en verdad Él ya os ha perdonado-,

y Al’lah es Clemente para los creyentes”, (3:153).

“[Por tanto], es a partir del comentario [inapropiado] de este versículo que se nos lleva a entender que la guerra se libraba para [obtener] el botín; [aunque quizá] este versículo fue para la batalla anterior a esta, o para esta [misma] batalla. [En todo caso], decir sobre los Compañeros (ra), o incluso pensar, que estaban preocupados por el botín de guerra es insultar su honor. Estas personas ya habían sacrificado sus propias vidas y las de sus esposas e hijos por su Amado Dios y Su Mensajero (sa), e incluso antes de esto, sacrificaron su riqueza y sustento por esta misma causa; y como se detalla en los incidentes [previos], con el afán de alcanzar el martirio, dichas personas salieron [de la ciudad] para luchar [en defensa propia] y estas batallas no se libraban para conseguir riquezas ni botines de guerra. [Así pues], esa es una acusación [falsa] contra los musulmanes. [Aunque] sí, en el caso de victoria, recibir el botín era algo secundario; pero el propósito e intención de los Compañeros (ra) nunca podría haber sido lograr el botín de guerra. A pesar de todo, al exponer la historia del Islam y la vida del Santo Profeta (sa), ya sean historiadores, biógrafos, eruditos de Hadiz o comentaristas coránicos, parece que estos respetados santos lo entendieron incorrectamente y solo confiaron en una narración o cadena [de relatos], tal vez por su sencillez o creyendo que el relato era cierto, estas personas dijeron que los Compañeros (ra) descendieron [de su puesto] para [conseguir] el botín; y no se dieron cuenta de cuán dañinas podrían resultar estas palabras en términos de consecuencias y efectos, y si se refieren al carácter bendito del Santo Profeta (sa) o a aquellos Compañeros [ra] que se beneficiaron de su santo espíritu, porque cuán contrarias a su grandeza son dichas palabras. No obstante, viendo el sacrificio y el afán de martirio de los Compañeros (ra), cuesta creer que estos se apresuraran a abandonar el paso de montaña solo para poder alcanzar el botín de guerra.

[En consecuencia], parece que cuando estos Compañeros [ra] vieron que los musulmanes habían salido victoriosos y hacían que el enemigo huyera y los perseguía, tras ver esta clara victoria, los Compañeros [ra] que se situaban en el paso de montaña estaban ansiosos de unirse a la celebración de la victoria y justo después de la misma querían ansiosamente y deseaban unirse a los últimos momentos de la batalla, [pues declararon] que ‘nosotros también deberíamos unirnos a esta celebración’. [Entretanto], es posible que hubieran pensado que: ‘Nuestros hermanos están participando directamente en la yihad y nosotros estamos aquí parados en un paso de montaña’. Entonces, [posiblemente] se encendió su deseo de participar en la yihad, [ya que vieron] que: ‘Ahora ha llegado la victoria, así que participemos en la yihad, porque el día está a punto de terminar. [Por consiguiente], al menos deberíamos participar en la celebración de esta victoria’; pero su líder, Hazrat Abdul’lah bin Yubair (ra), demostró ser más sabio, [pues] su atención se centró en la orden del Santo Profeta Muhammad (sa), de que ‘pase lo que pase, no os mováis de esta posición’. Esta fue su decisión y la correcta, que ‘pase lo que pase, no debemos movernos de aquí’.”

Como he mencionado, encontramos comentarios sobre este versículo en las notas inéditas de Hazrat Musleh Maud (ra) y sobre esto escribió [además]:

[Respecto a] ‘entre vosotros estabais los que deseaban el mundo presente’ (3:153), en esta ocasión, el ‘mundo presente’ no se refiere al botín de guerra, sino más bien [apunta] a las cosas del mundo; y el ‘Más Allá’ se refiere al destino y decisión [de Dios]. [Por lo tanto], concebir que ellos [los Compañeros -ra-] pensaron que ‘no recibiremos ningún botín’ va en contra del incidente en sí, porque [incluso] durante [la ‘Batalla de] Badr’ hubo personas que también obtuvieron una parte del botín de guerra aunque no pudieron participar [en ella] debido a determinadas circunstancias. Por tanto, esta idea es errónea”.

[Dicho de otra forma]: postular que los Compañeros (ra) era gente mundana no es correcto y esto es lo que dijo Hazrat Musleh Maud, [Jalifatul Masih II], (ra).

Luego afirma:

“La verdad es que deseaban participar en la ‘Batalla de Uhud’ [y aunque] este también fue un pensamiento mundano de que ‘queremos ser parte de la batalla y luchar contra los incrédulos’, ello no significa aquí que quisieran ser parte de los que recibirían el botín; [y añade]: ‘Pensasteis que no deberíamos ser eclipsados por aquellos que participaron en la batalla’, pero este también es un pensamiento mundano; y es un pensamiento mundanal porque solo luchar no es gran cosa. [La verdad es que] si no seguís la orden del Santo Profeta (sa) [ello] se convierte en un pensamiento mundano. ‘Deberíais haber obedecido las órdenes y eso es todo, porque desobedecer la orden del  Profeta (sa), aunque la batalla estaba ocurriendo por causa de vuestra fe y él os lo prohibió y os asignó un deber en otro lugar, entonces obedecer esta orden es vuestra religión y no es vuestra religión [solo] luchar’.”

Más tarde dice:

“[Traducción]: ‘Y entre vosotros estaban los que deseaban el próximo [mundo’, (3:153)]. Él declara que vuestro superior y vuestros compañeros deseaban el Más Allá, y su enfoque era el destino y la decisión [de Al’lah]; y pensaron que la conclusión de esto no sería buena. Él estaba mirando las consecuencias de la desobediencia. Asimismo, sus compañeros también le dieron la razón; [es decir], los oficiales y aquellos que estaban de acuerdo con él llegaron a la conclusión de que consideraban que la orden del Santo Profeta Muhammad (sa) era más importante que la participación en la batalla”; (y el asunto ahora está claro). “Pero al contrario de esto, vuestro enfoque solo rozó la superficie”.

[En definitiva], Hazrat Musleh Maud (ra) manifiesta que:

“Esta explicación está en consonancia con la gloria de los Compañeros [ra], que se hace evidente por sus acciones y sacrificios”.

Al mencionar esta nota de Hazrat Musleh Maud (ra), Hazrat Jalifatul Masih IV (rh) ha explicado esto [mismo] afirmando que:

“Ellos –o sea, aquellos que estaban en desacuerdo– deseaban el mundo, mientras que el líder de su batallón, Hazrat Abdul’lah bin Yubair (ra) anhelaba el Más Allá”. [Aquí], Hazrat Jalifatul Masih IV (rh) afirma que Hazrat Musleh Maud (ra) ha puesto sobre la mesa un punto muy bueno en sus notas, [es decir] de que la gente entiende aquí que “el mundo” significa saquear y capturar el botín de guerra. Sin embargo, esto es incorrecto. Tenían los ojos puestos en el éxito inminente, [por lo que] aquí el significado de “el mundo” es que sus ojos estaban centrados en lo que sucedió anteriormente (o sea, que la batalla había sido ganada). No obstante, los ojos de Hazrat Abdul’lah bin Yubair (ra) estaban puestos en el Más Allá y entendió que el éxito más grande residía en complacer al Santo Profeta (sa). [Por eso], deseó que el Mensajero (sa) y Dios Altísimo estuvieran complacidos al final, y [comprendió] que esos medios [materiales y] temporales a la vista no tenían importancia ni sentido, [ya que] “nuestra verdadera piedad es lograr Su complacencia”.

Hazrat Jalifatul Masih IV (rh) continúa [diciendo] que:

“Hazrat Musleh Maud (ra) afirmó además que el argumento en sí es erróneo, es decir, de que algunos deseaban el mundo y otros el Más Allá, porque ¿cuál era el significado del “mundo” [en su estimación]? Así pues, parece completamente fuera de lugar que estuvieran saliendo del paso de montaña [por esta razón]. Luego explica que [sí], huyeron del paso de montaña que debían proteger, aunque para entonces todo ya estaría distribuido y pensaron en ir rápidamente allí y unirse a ellos. ¿Por qué no piensan, como dice el Sagrado Corán, de que hay que tener una buena opinión de nuestra gente, que fueron allí albergando en su corazón que todos estaban regocijándose y jubilosos de pie junto al Profeta (sa), felicitándose unos a otros? Entonces, ¿por qué deberían perderse esas escenas? A veces sucede así y está exactamente de acuerdo con la naturaleza [humana] que, cuando hay celebraciones y júbilos, todos corren a reunirse en un determinado lugar”.

Hazrat Jalifatul Masih IV (rh) añadió que durante su estancia aquí [en el Reino Unido], ha sido testigo muchas veces de que, cuando alguien llegaba y traía buenas noticias, la gente no venía a “saquear o tomar un botín”. De hecho, acudían a participar de la alegría. Así, ellos [los Compañeros -ra-] pudieron ver que [los musulmanes] estaban muy alegres allí abajo, donde se encontraba el Santo Profeta Muhammad (sa) [y que] todos estaban disfrutando muchísimo mientras se reunían alrededor del Mensajero de Al’lah (sa). La promesa de Dios se cumplió y, sin embargo, estaban allí solos, por lo que ellos también pensaron bajar. En todo caso, Hazrat Abdul’lah bin Yubair (ra) tenía sus ojos puestos en el Más Allá, sabiendo que era mucho más placentero permanecer apostado allí por el Mensajero (sa), que las celebraciones en ese momento y seguir las instrucciones que se les habían dado, y la alegría en eso era la verdadera alegría, no la alegría que se expresaba abajo.

A pesar de todo, por un lado, ante la derrota, el ejército de los infieles huía; y, por otro, aproximadamente 40 de los 50 combatientes musulmanes desplegados en el paso de montaña abandonaron sus posiciones y descendieron. En ese momento, Jalid bin Walid, que aún no había aceptado el Islam, vio que el baluarte del puerto de montaña había quedado vacío debido a la partida de muchos de los arqueros y solo quedaban unos pocos. Al ver esto, se llevó consigo a Ikrimah bin Abi Yahl [que tampoco era musulmán en ese momento] e inmediatamente dio la vuelta a su unidad de caballería. Llegaron al paso de montaña y atacaron a los pocos arqueros que quedaban. Este ataque fue tan severo que mataron a todo el contingente de soldados que quedaba, incluido el comandante Hazrat Abdul’lah bin Yubair (ra). [Además], mutilaron el cuerpo de Hazrat Abdul’lah bin Yubair (ra), o sea, le cortaron las manos, los pies y otras partes del cuerpo. A continuación, esta unidad de los qureish descendió y, cogiendo desprevenidos a los musulmanes, los rodearon. En aquel momento, estos no se dieron cuenta de su presencia, estaban recogiendo el botín de guerra y capturando a los idólatras como prisioneros. De repente, esta unidad de caballería de los idólatras galopó sobre los musulmanes y empezaron a lanzar consignas de Uzza y Hubal [sus ídolos], que era el eslogan de los idólatras el día de Uhud.

[En consecuencia], en cuanto alcanzaron a los musulmanes, los sorprendieron y los atacaron con sus espadas, y, presos del pánico, estos empezaron a correr en todas direcciones. [Además], tiraron al suelo lo que habían cogido del botín, [soltaron] los prisioneros que habían reunido y empezaron a correr en todos los sentidos. Sus filas y su organización fueron destrozadas y no sabían dónde estaba nadie. [Es más], hasta ahora, la bandera de los idólatras yacía tirada en el suelo. No obstante, al ver el cambio de circunstancias, una mujer llamada Amrah bint Alqamah la recogió y la levantó en alto y empezó a gritarle a los idólatras que regresaran, [por lo que] mientras estos huían vieron que izaban su bandera y se dieron cuenta de que las tornas de la guerra habían cambiado. [Entonces], inmediatamente dieron media vuelta y se reunieron en torno a su estandarte.

[En este sentido], un autor escribe:

“La bandera de los qureish rodaba por el suelo hasta que una mujer llamada Amrah bint Alqamah la agarró y la izó. Empezó a agitarla frenéticamente y a reprochar a los que huían del campo de batalla; y se puso a llamar a los incrédulos de La Meca para que se volvieran. De este modo, el ejército derrotado de los qureish volvió a reunirse en las llanuras de Uhud y rodearon al ejército musulmán. Como los musulmanes, previo a esto, no estaban preocupados [por ningún peligro], habían roto sus filas, por lo que se dispersaron. En este día, un gran número de ellos abrazaron el martirio y la victoria que habían obtenido se convirtió ahora en una prueba en forma de derrota”.

Describiendo las escenas de ese momento, otro autor relata:

“El error de los arqueros hizo que los musulmanes rompieran filas y se dispersaran. Arrojaron el botín que tenían en sus manos y, sumidos en la confusión, comenzaron [por error] a atacarse unos a otros. Muchos de ellos estaban confusos sobre adónde debían ir, especialmente después de oír al pregonero de los idólatras anunciar que el Santo Profeta (sa) había sido asesinado [cosa que no era cierta]. Fueron momentos de grandes pruebas en los que muchos musulmanes murieron accidentalmente a manos de sus hermanos. [En otras palabras], algunos musulmanes mataron accidentalmente a otros musulmanes [debido a la confusión creada]. [Al final], se suponía que la ventaja numérica del ejército enemigo, que se había reorganizado debido al ataque de Jalid [bin Walid] aniquilaría a los musulmanes que eran menos numerosos y que todos morirían, pero Al’lah concedió Su gracia y lo que el enemigo deseaba no se hizo realidad”.

Con respecto a Yaman, el padre de Hazrat Huzaifah (ra), [uno de los] que fue martirizado accidentalmente por los musulmanes, [quiero decir lo siguiente}:

Está escrito que se halla entre los ejemplos de aquellos que fueron matados accidentalmente por los Compañeros (ra), [es decir], uno de ellos fue el padre de Hazrat Huzaifah (ra), Yaman, que fue asesinado por los musulmanes debido a un malentendido.

[En este sentido], Ibn Ishaq cuenta que:

“Cuando el Profeta (sa) partió hacia la ‘Batalla de Uhud’, Zabit bin Wakhsh y Husail bin Yabir, cuyo nombre era Yaman y el padre de Hazrat Huzaifah bin Yaman (ra), como eran ancianos, fueron asignados para vigilar el fuerte en el que se refugiaban las mujeres y los niños musulmanes. [Entonces], uno de ellos le dijo al otro: ‘A qué esperas?’. Los dos ancianos Compañeros (ra) estaban dentro del fuerte cuando empezaron a decir: ‘¿Qué es lo que estamos esperando? ¿No deberíamos levantar nuestras espadas e ir a unirnos al Mensajero de Dios (sa)? Tal vez Al’lah nos bendiga con el martirio’. Presto, ambos cogieron sus espadas y atacaron a los incrédulos y se mezclaron entre la multitud. En todo caso, los musulmanes sabían que estos dos Compañeros (ra) ancianos no formaban parte del ejército y pensaban que habían regresado de Medina, llegado al campo de batalla y se encontraban en medio del combate. Por lo tanto, los musulmanes no pudieron reconocerlos inmediatamente y no sabían quiénes eran. [Finalmente], Hazrat Zabit bin Wakhsh (ra) fue martirizado por los incrédulos, pero el padre de Hazrat Huzaifah (ra) fue matado accidentalmente por los musulmanes.

[Entretanto], Hazrat Huzaifah (ra) declaró: ‘¡Por Dios! Este es mi padre que ha sido martirizado’; [o sea], (cuando fue a ver [lo que estaba ocurriendo] se dio cuenta de que era su padre). Los musulmanes respondieron: ‘¡Por Al’lah! No le reconocimos y lo matamos por error’. En efecto, dijeron la verdad. Hazrat Huzaifah respondió: ‘¡Que Dios tenga misericordia de ti, ya que Él es el Más Misericordioso de los que muestran misericordia!’. Más tarde, el Santo Profeta Muhammad (sa) ordenó que se le diera ‘dinero de sangre’ a Hazrat Huzaifah (ra) por el asesinato accidental de su padre a manos de los musulmanes, aunque él lo rechazó y perdonó a [sus hermanos] musulmanes; y debido a esto el respeto y la admiración por Hazrat Huzaifah (ra) aumentaron enormemente a los ojos de Al’lah, de Su Mensajero (sa) y de los [propios] musulmanes.

Hazrat Hamza (ra) también fue martirizado en esta batalla.

Respecto a él, bajo la autoridad de Umair bin Ishaq se afirma que, en la “Batalla de Uhud”, Hazrat Hamza bin Abdul Muttalib [ra] estaba luchando con dos espadas delante del Santo Profeta (sa) y gritando: “¡Soy el león de Dios!”. Diciendo esto, a veces se adelantaba y otras retrocedía. Durante una de esas maniobras, resbaló y [el esclavo] Wahshi Aswad lo vio. [Entonces], Abu Usamah dice que apuntó y lanzó su lanza de tal forma que lo mató.

Sobre esto, Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) ha descrito que:

“Hazrat Hamza (ra), que además de ser el verdadero tío paterno del Profeta (sa), era también su hermano adoptivo, luchó valientemente, [pues] hacia dondequiera que se volvía, las filas de los qureish eran destrozadas. Sin embargo, el enemigo también le quería tender una emboscada, [ya que] Yubair bin Mutim había traído especialmente a un esclavo abisinio de nombre Wahshi y prometió liberarlo con la condición de que encontrara alguna manera [de matarlo] y buscara venganza eliminando a Hazrat Hamza (ra), que había aniquilado a Taimah bin Adiyy, el tío paterno de Yubair con ocasión de ‘Badr’. Por eso, Wahshi se escondió en algún lugar y le tendió una emboscada.

[En un momento dado], cuando Hazrat Hamza (ra) atacó a alguien y pasó por este lugar, el asesino apuntó bien y lanzó su pequeña lanza [que le alcanzó] por debajo del ombligo, penetró inmediatamente en el cuerpo y salió por el extremo opuesto. Hazrat Hamza (ra) se tambaleó y cayó al suelo, aunque reunió fuerzas para levantarse de nuevo e intentó dar un salto hacia Wahshi, pero volvió a tropezar con el suelo y falleció. Así, un fuerte pilar del ejército musulmán fue hecho añicos.

Cuando el Santo Profeta Muhammad (sa) fue informado de que Hamza (ra) había sido asesinado, se entristeció profundamente. [En este sentido], hay una narración que dice que tras la ‘Ghazwah’ [expedición] hacia Taif, cuando el asesino de Hazrat Hamza (ra) se presentó ante el Santo Profeta (sa), aunque este le había perdonado, debido a su amor por Hazrat Hamza (ra), ordenó que Wahshi no se presentara ante él. En esa ocasión, Wahshi resolvió en su corazón que no descansaría hasta que no usara la misma mano con la que martirizó al tío paterno del Mensajero de Al’lah [sa] para matar a un gran enemigo del Islam. (Se había convertido en musulmán en ese momento, lo que cambió toda su percepción). Más tarde, en el Jalifato de Hazrat Abu Bakr (ra), en la ‘Batalla de Yamamah’, cumplió su voto matando a Musailimah Kazzab, un falso pretendiente a profeta.

[Por otra parte], el cuerpo de Hazrat Hamza (ra) fue tratado de forma muy irrespetuosa, [pues], se narra que la esposa de Abu Sufian, Hind, llegó con el ejército el día de Uhud [y ya] había jurado que mordería el hígado de Hazrat Hamza (ra) para vengarse de su padre, que había sido asesinado por [el propio] Hazrat Hamza (ra) durante la ‘Batalla de Badr’. [Luego], cuando la situación llegó a ese punto y Hazrat Hamza (ra) fue martirizado, los idólatras comenzaron a mutilar y desfigurar los cadáveres, y a cortarles la nariz y las orejas, etc. También trajeron un trozo del hígado de Hazrat Hamza (ra) y Hind empezó a masticarlo, aunque fue incapaz de tragárselo y lo escupió. [Al final], cuando el Profeta (sa) se enteró de este incidente, declaró: ‘Dios Altísimo había prohibido que el fuego tocara alguna parte del cuerpo de Hamza’.”

Hay una narración en la que se menciona que el Mensajero de Dios (sa) fue hasta el cuerpo de Hazrat Hamza (ra) y expresó un sentimiento muy elevado [hacia él] y dio la buena nueva de su alto estatus de la siguiente manera:

Cuando el Profeta (sa) visitó el cuerpo de Hazrat Hamza (ra) y vio que su hígado había sido cortado y masticado, Ibn Hisham registra en su “Biografía del Profeta (sa)” que el Mensajero (sa) se puso de pie junto al cuerpo de Hazrat Hamza (ra) y manifestó: “¡Oh Hamza, nunca volveré a enfrentarme a una prueba como esta (es decir, tu muerte), [pues] jamás he visto una escena más dolorosa hasta hoy!”.

Luego el Santo Profeta Muhammad (sa) informó que:

“El Arcángel Gabriel me ha dado la noticia de que Hamza bin Abdil Muttalib ha sido señalado como el ‘León del Profeta’ en los Siete Cielos”.

[Respecto a este tema], Hazrat Jalifatul Masih II (ra) afirma:

“Entre los más enconados oponentes del Santo Profeta (sa) estaba Hind y era una enemiga tan acérrima que recitaba pareados el día de Uhud para despertar el espíritu del ejército y que atacaran [ferozmente] al contingente musulmán. [Más tarde], cuando la batalla llegó a un punto crítico para los musulmanes, Hind anunció una recompensa para cualquiera que fuera hasta Hazrat Hamza (ra), el tío paterno del Santo Profeta Muhammad (sa), y le cortara el hígado, las orejas y la nariz y se los llevara a ella; y así es precisamente como fue tratado el cuerpo de Hazrat Hamza (ra).

Concluida la batalla, cuando el Santo Profeta (sa) se enteró de que el cuerpo de su tío paterno había sido tratado de esa manera, naturalmente quedó muy afectado por ello y exclamó: ‘El enemigo ha iniciado este acto cruel y ahora yo también los trataré de la misma manera’. [Entretanto], fue en esta ocasión que Al’lah reveló de que, a pesar de su acto de crueldad, no deberían actuar de esa manera y, en cambio, debían tratarlos con compasión y perdonarlos. Por tanto, tal acto quedó  prohibido en el Islam”.

Asimismo hay un incidente con respecto a la hermana de Hazrat Hamza (ra), quien mostró un ejemplo verdaderamente notable de paciencia, contención y obediencia:

Hazrat Zubair (ra) relata que al concluir la “Batalla de Uhud”, se pudo ver a una mujer que venía muy rápidamente y [cuando] estuvo cerca de contemplar los cuerpos de los mártires, el Profeta (sa) no quería que esta mujer los viera, porque habían sido severamente mutilados. Por ello, ordenó que la detuvieran. [En cualquier caso], Hazrat Zubair (ra) narra que miró con atención y se dio cuenta de que en realidad era su madre, Hazrat Safiyah (ra). En consecuencia, corrió hacia ella y la detuvo antes de que llegara a los cuerpos de los mártires. Ella, al verlo, puso sus manos sobre su pecho y lo empujó hacia atrás. Era una mujer muy fuerte y dijo: “Hazte a un lado, no voy a escucharte”. Entonces, Hazrat Zubair (ra) le informó que el Mensajero de Dios (sa) le había ordenado que no viera los cuerpos de los mártires. Al oír esto, ella se detuvo inmediatamente, sacó dos trozos de tela que había traído consigo y declaró: “Estas son dos sábanas que traje para mi hermano Hamza, ya que recibí noticias de su martirio. Entiérralo envuelto en ellas”.

Primero, ella no escuchó a su hijo y lo empujó, pero cuando le dijeron que era una instrucción del Santo Profeta Muhammad (sa), rápidamente se detuvo por obediencia; y al saber que eran instrucciones del Mensajero (sa), permaneció serena y, a pesar de su inmenso dolor, demostró obediencia. Luego declaró: “No iré más lejos y me detendré, aunque [deseo] transmitir el mensaje al Santo Profeta (sa) de que sé que mi hermano Hamza ha sido martirizado y que los incrédulos han mutilado su cuerpo. Solo me gustaría verlo y prometo que no me lamentaré ni chillaré al verlo y que demostraré paciencia”. Hazrat Zubair (ra) informó al Profeta (sa) y él le permitió ir a verlo. [Presto], Hazrat Safiyah (ra) se adelantó y se sentó junto al cuerpo de su hermano y al ver los cuerpos de los mártires, que eran como leones valientes, las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos, aunque no pronunció una sola palabra.

Según otra narración, el Santo Profeta Muhammad (sa) se acercó a ella y las lágrimas también comenzaron a brotar de sus ojos. [Así], esta hermana valiente y extremadamente paciente expresó su amor entre lágrimas y a continuación se levantó y le pidió a su hijo: “Le compré dos sábanas a mi hermano (tal como se mencionó anteriormente). Ya había recibido noticias de su martirio; por eso vine aquí. Entiérralo en estas sábanas”.

El narrador afirma además que:

“Cuando Hazrat Hamza (ra) estaba a punto de ser envuelto en dos sábanas, vieron a su lado a un Compañero Ansari [ra] que asimismo había sido martirizado y su cuerpo también fue mutilado como lo ocurrió con el de Hazrat Hamza (ra)”.

[El narrador añade]:

“Nos sentimos avergonzados de que Hazrat Hamza (ra) estuviera siendo enterrado en dos sábanas mientras que no había ni un solo trozo de tela para el Compañero Ansari [ra]. Por consiguiente, decidimos enterrar a Hazrat Hamza (ra) en una de las sábanas y al Compañero Ansari [ra] en la otra. [Entretanto], descubrimos que uno de ellos era más alto que el otro, así que lo echamos a suertes y la tela que salió para cada uno de ellos dos fue utilizada para enterrarlos en ella [sin más]”.

[Por su parte], Hazrat Jalifatul Masih I (ra) escribe:

“Al ver que el ejército incrédulo estaba preocupado, Hazrat Hamza (ra) entró justo en el medio de sus filas. Los musulmanes había obtenido prácticamente la victoria cuando los camaradas de Hazrat Abdul’lah bin Yubair [ra] olvidaron las órdenes dadas por el Santo Profeta (sa) y abandonaron el frente con la esperanza de obtener [parte del] botín. Al ver abandonadas las líneas del frente, el enemigo reunió sus tropas y atacó al ejército musulmán por detrás y hubo una lucha feroz. Hazrat Amir Hamza [ra] y Abdul’lah bin Yubair [ra] fueron martirizados. Hazrat Ali (ra), Hazrat Umar (ra) y Hazrat Abu Bakr Siddiq (ra) también resultaron heridos.

[Por su parte], Hind bint Utbah, esposa de Abu Sufian, abrió y masticó el hígado de Amir Hamza (ra) mientras tenía las orejas y narices de los musulmanes asesinados mutilados y los convirtió en un collar que llevaba alrededor de su cuello. Los musulmanes se enfurecieron al ver los cuerpos de sus mártires profanados de esta manera, hasta el punto de que el Mensajero de Dios (sa) se puso muy emotivo y se molestó tanto que ordenó que cada vez que obtuvieran la victoria, los musulmanes debían tratar los cuerpos de los incrédulos de la misma manera. Por lo tanto, al ver a su amado tío manifestó: “Mutilaré a 70 de ellos a cambio de ti”. No obstante, la misericordia natural y la ternura inherente vencieron la ira humana temporal, lo que llevó a que se revelara el siguiente versículo:

‘[Y si deseas castigar a los opresores, castígalos en la medida en que hayas sido perjudicado;

pero si muestras paciencia, entonces, es en verdad lo mejor para los pacientes’, (16:27)].

¿Mostrar paciencia en este estado y bajo esas circunstancias? Santo es Al’lah.

Es cierto, [21:108]:

[‘Y no te hemos enviado sino como misericordia para todos los pueblos’].

Aquí Al’lah ha elogiado al Profeta (sa) como misericordia para todos los pueblos”.

El Primer Jalifa (ra) [también] afirma:

“A partir de ese día, la deplorable práctica de desfigurar y mutilar a los muertos, y que continuó en todas las demás naciones, fue considerada completamente prohibida entre los musulmanes, y esta distinción es específica del Islam.

[Al final], los musulmanes sufrieron una gran tragedia en esa batalla y esa desgracia se debió al error del batallón de Hazrat Abdul’lah bin Yubair [ra]. Sin embargo, esto también resultó ser un gran beneficio, ya que la enemistad y oposición de los hipócritas y judíos se hizo evidente, distinguiéndolos de aquellos musulmanes que eran sinceros”.

[En este caso], Hazrat Musleh Maud, Jalifatul Masih II (ra), explica que:

“Uno de los enemigos más severos del Santo Profeta Muhammad (sa) fue Hindah (se llama ‘Hindah’ en urdu, aunque que su nombre real era Hind). Era una oponente tan feroz que, en la ‘Batalla de Uhud’, recitaba pareados para incitar a la gente a atacar al ejército musulmán. [Luego], cuando este se encontraba en un estado vulnerable, ella dijo que quienquiera que le trajera el hígado de Hazrat Hamza (ra), tío del Santo Profeta (sa), y que también le cortara las orejas y la nariz y se los trajera, ella le daría una recompensa. Por tanto, esto es exactamente lo que se hizo con el cuerpo de Hazrat Hamza [ra]. Después del enfrentamiento, cuando el Mensajero (sa) se enteró de que su tío había sido profanado de esa manera, naturalmente sintió un gran dolor y exclamó: ‘Como el enemigo ha iniciado un trato tan cruel, en respuesta yo los trataré de la misma manera’. Fue entonces cuando el Profeta (sa) recibió una revelación de Dios Altísimo diciendo que a pesar de este trato cruel, no debía tomar tal acción y en su lugar debería tratarlos con indulgencia y perdón”.

Mencionaré más detalles de la batalla en el futuro, si Dios quiere.

He estado recordando a los miembros que sigan orando por el pueblo de Palestina:

¡Que Al’lah permita al mundo actuar verdaderamente frente a la injusticia!

A pesar de que las voces en contra son cada vez más fuertes y se habla incluso [claramente] de que se están perpetrando injusticias, parece que todo el mundo tiene miedo del gobierno israelí; o el mundo occidental está sin duda contra los musulmanes y alberga odio contra ellos, por lo que no desean que terminen las injusticias en su contra o no están haciendo los esfuerzos necesarios para poner fin a las injusticias. No consideran que estas se estén perpetrando contra niños, mujeres y ancianos inocentes. Por consiguiente, no podemos confiar plenamente en ellos. A pesar de todo, debemos seguir esforzándonos para ayudarlos a comprender [este tema] y además debemos continuar orando.

¡Que Dios permita al mundo musulmán fortalecer su posición para que pueda alzar la voz y poner fin a estas injusticias!

Después de la oración [del viernes] dirigiré dos oraciones funerarias en ausencia:

El primer funeral es el del respetado Sheikh Ahmad Husain Abu Sardana, quien era de Gaza:

Muhammad Sharif Odeh ha escrito que nuestro anciano [hermano] áhmadi, Sheikh Ahmad Husain Abu Sardana, fue martirizado en los últimos días como resultado del bombardeo israelí en Gaza.

[“¡En verdad, a Al’lah pertenecemos y a Él volveremos!”].

El fallecido es el primer áhmadi martirizado en la actual guerra que tiene lugar en Gaza. Sheikh Ahmad Abu Sardana tenía unos 94 años. Estaba entre los académicos que se graduaron de la Universidad de Al Azhar [Egipto]. En 1970, él y algunos de sus amigos visitaron Haifa y como ese día era Eid, el decreto de Al’lah fue tal que el difunto y sus amigos fueron a Kababir [barrio de Haifa]. Durante su sermón de Eid, el difunto misionero Maulana Bashiruddin Ubaidul’lah habló sobre el advenimiento del Imam Mahdi, lo que despertó el interés del fallecido Sheikh Abu Sardana. [Entonces], le dijo al áhmadi sentado a su lado, Falahuddin Odeh, que deseaba mantener una reunión detallada con Maulana Bashiruddin Ubaidul’lah y durante esa conversación le dijo a Maulana Sahib: “Mi difunto padre me aconsejó que si durante mi vida recibía noticias sobre el advenimiento del Imam Mahdi, sin duda debía jurar lealtad”. Por ello, el respetado Sheikh Ahmad Abu Sardana juró lealtad ese mismo día y al ver esto algunos de sus amigos también juraron lealtad.

El fallecido era querido como un erudito y respetado por todos en su área. No tuvo hijos, pero en su familia hay algunos áhmadis sinceros. Tras jurar lealtad, el difunto visitaba Kababir siempre que podía y se mantenía en contacto con los áhmadis de allí. Sentía un gran amor por el Jalifato y expresó en varias ocasiones que era un auténtico áhmadi. Sentía un extraordinario apego por el Sagrado Corán y, por lo general, completaba la lectura del mismo en una semana. De hecho, me transmitió un mensaje en forma de grabación en el que mencionaba este tema. El ex Presidente del Tribunal Supremo de Palestina, Sheikh Muhammad Husain Abu Sardana, era hermano del difunto Ahmad Abu Sardana. Su mujer era su segunda esposa, que asimismo resultó herida en el atentado. ¡Que Dios Altísimo le conceda la curación!

El Dr. Aziz Hafiz, residente aquí, tuvo la oportunidad de ir varias veces [a Gaza] en nombre de “Humanity First” y reunirse con Abu Sardana y dice:

“Cuando iba a reunirme con él, intentaba mostrarme respeto. Le pedí que permaneciera sentado. Se emocionaba mucho y, mientras me tocaba suavemente con su bastón, me decía: ‘Eres un representante del Jalifa del Mesías’. Si estás de pie ante mí, ¿cómo podría permanecer sentado? [En este sentido], sentía un inmenso respeto y honor por el Jalifato. Luego me agarró la mano y añadió: ‘La tierra de la que eres originario es también donde apareció el Mesías Prometido’. [Así pues], su amor por el Mesías Prometido y el Jalifato era tan profundo que, al presenciarlo, incluso yo me eché a llorar”.

Asimismo me envió un mensaje a través del móvil del Dr. Sahib, [pues] deseaba grabar un mensaje y enviarlo, y ahora relataré aquí una parte del mismo. [Pues bien], en el mensaje que envió para mí fue:

“Doy testimonio de que no hay nadie digno de adoración excepto Dios y atestiguo que Muhammad (sa) es Su Mensajero. ¡La paz sea con Usted, oh Quinto Jalifa del Mesías [Prometido -as]! Hago una lectura completa del Santo Corán una vez a la semana, todas las semanas. En cada oración de ‘fayr’ rezo por Usted. ¡Oh mi amado Jalifa, ayúdeme y sálveme, [ya que] vivo en un difícil aprieto espiritual!”. Y continúa: “¿Qué más necesita el mundo que la verdad? Me adhiero a todas sus instrucciones. La ‘yihad’ en la causa de Al’lah es muy difícil aquí; no obstante, estoy comprometido con ella. Participé en la guerra de 1948 con 38 años y he servido como comandante en tres combates fronterizos, y me quedé sin hogar en el Sinaí. Mi padre era un conocido sufí y mi hermano, Muhammad, era juez principal aquí en Gaza. Hay miembros de mi familia que me causan dificultades. [Por favor] pida por su guía y reforma”.

Y continúa: “Solo tengo unos pocos compañeros en este distrito (luego nombró a algunos de ellos) que me son queridos como mis propios hijos y uno de ellos es Tariq Abu Dayyah. No tengo hijos propios”. Después, mientras ofreció una plegaria, exclamó: “¡Que Dios Altísimo le bendiga! Le estoy muy agradecido. Acepte mi lealtad mientras reafirmo mi compromiso con Usted hasta que me encuentre con Al’lah en el Día del Juicio Final. (En otras palabras, estaba reafirmando su promesa de lealtad). Renuevo mi juramento de lealtad y afirmo que soy un verdadero áhmadi, de corazón y de espíritu”. Finalmente afirmó: “No tengo otra creencia que la creencia ahmadía”.

Algunos opositores afirmaron que no era áhmadi y que se limitaba a difundir [el mensaje del] Ahmadíat, aunque sus palabras grabadas son un [fuerte] argumento contra ellos. Tal vez, tras esto los opositores enmudecerán.

¡Que Dios eleve su rango [espiritual] y conceda la recuperación a su esposa!

¡Que Dios Altísimo acepte sus oraciones por los palestinos, que establezca la paz allí y permita que la gente palestina acepte al Mesías Prometido (as)!

La segunda oración fúnebre es la de Uzman Ahmad Gakorya of Kenia, [quien] también falleció recientemente:

[“¡Verdaderamente a Al’lah pertenecemos y a Él volveremos!”].

Tiene una larga trayectoria de servicio a la Comunidad que se extiende a lo largo de muchas décadas. Nació en 1932 y en los años 60 fue introducido a la Yamat por un pionero árabe áhmadi, el difunto Salim Afir. Más tarde, en 1964, hizo la promesa de lealtad [“Baiat”] a través del respetado Maulana Roshan Din, un misionero de la Comunidad, y entró en el redil del Ahmadíat. [Lo cierto es que] mantuvo de forma extraordinaria esta promesa de lealtad hasta el final.

Estaba afiliado al Ministerio de Educación y tras la independencia de Kenia fue nombrado primer director local de la Escuela Politécnica de Kwalepen. Aparte, tuvo el honor de ser el primer director local de otra escuela politécnica, algo de lo que hablaba con frecuencia. Se jubiló en un alto cargo del Ministerio de Educación. Además, tuvo el honor de traducir al swahili muchos de los libros de la Yamat y asimismo el  de ser el primer presidente local de la sección de Nairobi de la Comunidad. [También], se halla entre los primeros “musian” [integrantes del sistema de “Al-Wasiyyat”] de la Yamat de Kenia.

Poseía muchas cualidades excelentes. [Por ejemplo], hasta su fallecimiento siguió ofreciendo con regularidad el “tahayud” [oraciones voluntarias antes de madrugada]. Nunca fue negligente en el pago de limosnas y donativos. [Al mismo tiempo], tenía un inmenso respeto en su corazón por los misioneros centrales y si algún áhmadi decía algo negativo sobre un misionero central o presentaba algo como queja, lo detenía inmediatamente. De hecho, expresaba su disgusto y su más absoluto enfado al respecto; y siempre aconsejaba diciendo: “Estos [misioneros] son los que nos trajeron la luz de la fe y se os ha dado la oportunidad de aceptar al Mesías Prometido (as) a través de ellos, de lo contrario os habríais encontrado en un estado de ignorancia. Así pues, es su favor para vosotros y para vuestra futura progenie. Por eso, no digáis esas cosas [negativas]”. Así era su moral y nuestros misioneros [veteranos] y los nuevos deben elevar su nivel para convertirse en un ejemplo para la población local. Al mismo tiempo, el fallecido era un anfitrión muy hospitalario. La mayor parte de su familia está firmemente unida a la Comunidad y sirve en una u otra capacidad. [En este sentido], uno de sus hijos, Abdul Aziz Gakorya, es presidente del “Maylis Ansarul’lah” de Kenia.

¡Que Dios muestre misericordia y perdón al fallecido y eleve su posición [espiritual!

¡Que Él permita a sus hijos seguir su ejemplo!

Resumen

Después de recitar Tashahhud, Ta’awwuz y Surah al-Fatihah, Su Santidad, Hazrat Mirza Masrur Ahmad (aba) dijo que había estado relatando incidentes relacionados con la Batalla de Uhud.

Por qué algunos compañeros abandonaron sus puestos en la colina

Su Santidad (aba) dijo que durante la batalla, los incrédulos sufrieron grandes pérdidas a manos de los musulmanes y se vieron obligados a huir. Sin embargo, a pesar de las instrucciones del Santo Profeta (sa), la mayoría de los Compañeros estacionados en la colina abandonaron sus puestos, causando grandes pérdidas a los musulmanes. Al ver huir a los incrédulos, los musulmanes salieron tras ellos, y en su prisa, a pesar de los llamamientos a no hacerlo, muchos arqueros de la colina también fueron tras los incrédulos. Muchos historiadores han comentado que la prisa de estos Compañeros se debía a su deseo de obtener el botín de guerra. Sin embargo, no parece exacto afirmar esto respecto a los Compañeros del Santo Profeta (sa).

Su Santidad (aba) ha dicho que algunos historiadores han basado esta afirmación en su interpretación del siguiente versículo del Sagrado Corán:

Y en verdad Al-lah cumplió con vosotros Su promesa cuando los poníais en fuga y los derrotabais con Su permiso; hasta que, cuando flaqueasteis en lo concerniente a la obediencia al Santo Profeta y comenzasteis a disputar entre vosotros sobre la verdadera intención de la orden y desobedecisteis después de que Él os hubiera concedido lo que vuestro corazón deseaba en forma de victoria, os retiró Su ayuda. Entre vosotros había quienes deseaban el presente mundo y otros que deseaban el futuro. Entonces os alejó de ellos para poder probaros –y en verdad Él ya os ha perdonado, y Al-lah es Clemente para los creyentes- (3:153)

Su Santidad (aba) dijo que cuando los Compañeros estaban dispuestos a sacrificar cualquier cosa y todo lo que tenían por el bien del Islam y del Santo Profeta (sa), cuando ya habían dado todo lo que tenían, e incluso deseaban la estación del martirio, entonces no se puede decir que los Compañeros perseguían el botín de guerra. Estas guerras no se luchaban por el botín, sino que el botín era un resultado secundario de la batalla. Por lo tanto, no parece exacto decir que los Compañeros abandonaron la colina por el deseo de buscar apresuradamente un botín. Más bien, parece más probable que, al ver huir a los infieles, dieran por seguro el final victorioso de la batalla. O bien, vieron que sus hermanos estaban combatiendo cara a cara y quisieron participar. Sin embargo, su líder Hazrat Abdul’lah bin Yubair (ra), les pedía que permanecieran en sus puestos.

Su Santidad (aba) citó a Hazrat Mirza Bashiruddin Mahmud Ahmad (ra), quien describió que el deseo mundano al que se refiere el versículo antes citado era el deseo de los Compañeros de participar activamente en el combate cara a cara, lo cual era ciertamente un deseo mundano en comparación con las instrucciones que les había dado el Santo Profeta (sa) de permanecer en su puesto. En otras palabras, mientras que tenían un mandamiento del Profeta de Al’lah, buscaban algo que, a primera vista, parecía más tentador, en otras palabras, participar en la batalla activa por la causa de Al’lah. Además, desde su posición ventajosa, pensando que la batalla había sido ganada, los Compañeros de la colina ciertamente habrían deseado unirse a sus hermanos para regocijarse por esta victoria. Esta explicación sería más adecuada para el honor de los Compañeros del Santo Profeta (sa).

Su Santidad (aba) dijo que, al ver que los musulmanes habían bajado la guardia, Khalid bin Walid regresó con el ejército de La Meca restante y atacó a los musulmanes. Amra, una mujer del ejército de los de La Meca, tomó su bandera y comenzó a ondearla con fuerza para indicar a los de La Meca que huyeran que debían regresar. Al final, muchos musulmanes fueron martirizados y lo que antes era una victoria se convirtió en tragedia. Tras este ataque de los de La Meca, los musulmanes estaban completamente dispersos y desorganizados. No tenían ningún tipo de rango formal, por lo que se produjo una escena frenética mientras intentaban rechazar la ofensiva de los de La Meca. En la confusión, el padre de Hazrat Hudhaifah (ra) fue martirizado accidentalmente a manos de los musulmanes, que no lo reconocieron. Al enterarse de esto, el Santo Profeta (sa) deseó que se ofreciera el dinero de la sangre, sin embargo, Hazrat Hudhaifah (ra) insistió en que no deseaba tomar el dinero de la sangre, elevando así su rango a los ojos de Dios y de Su Mensajero (sa).

Martirio de Hazrat Hamzah (ra)

Su Santidad (aba) dijo que Hazrat Hamzah (ra) también murió en esta batalla, y citó a Hazrat Mirza Bashir Ahmad (ra) que escribe:

Hazrat Hamzah (ra), que además de ser el verdadero tío paterno del Santo Profeta (sa), era también su hermano adoptivo, luchó valientemente. Allá donde se volvía, destrozaba las filas de los Quraish. Sin embargo, el enemigo también le tendía una trampa. Yubair bin Mut’im había traído consigo a un esclavo abisinio llamado Wahshi y le había prometido liberarlo con la condición de que encontrara la forma de vengarse matando a Hamzah (ra), que había matado a Ta’imah bin ‘Adiyy, el tío paterno de Yubair en Badr. Por ello, Wahshi se escondió en algún lugar y le tendió una trampa. Cuando Hazrat Hamzah (ra) atacó a alguien y pasó por este lugar, el asesino apuntó bien y lanzó su pequeña lanza por debajo del ombligo, que inmediatamente penetró en el cuerpo y salió por el extremo opuesto. Hamzah (ra) se tambaleó y cayó al suelo, pero reunió fuerzas para levantarse de nuevo e intentó dar un salto hacia Wahshi, pero volvió a tropezar con el suelo y dio su vida. De este modo, un fuerte pilar del ejército musulmán se hizo añicos. Cuando el Santo Profeta (sa) fue informado de que Hamzah (ra) había sido asesinado, se entristeció profundamente. Hay una narración que dice que después de la Ghazwah de Ta’if, cuando el asesino de Hamzah (ra) se presentó ante el Santo Profeta (sa), aunque éste le perdonó, debido a su amor por Hamzah (ra), le ordenó que Wahshi no se presentara ante él. En esa ocasión, Wahshi resolvió en su corazón que hasta que no usara la misma mano con la que martirizó al tío paterno del Mensajero de Dios, para matar a un gran enemigo del Islam, no descansaría. Así, en el Jilafat de Hazrat Abu Bakr (ra), en la Batalla de Yamamah, cumplió este voto matando a Musailimah Kadhdhab, un falso pretendiente a profeta’.

(Vida y Carácter si el Sello de los Profetas (sa), Vol. 2, p. 334)

Su Santidad (aba) dijo que el cuerpo de Hazrat Hamzah (ra) también fue mutilado después de su martirio, y su hígado fue extraído y llevado a Hind, quien lo masticó. Al oír esto, el Santo Profeta (sa) se sintió muy dolorido. Se acercó al cuerpo de Hazrat Hamzah (ra) y expresó su inmensa pena, diciendo que nunca había sentido dolor como en ese momento. El Santo Profeta (sa) dijo que el ángel Gabriel vino y le informó que Hazrat Hamzah (ra) había sido registrado en los siete cielos como un león.

La paciencia de la hermana de Hazrat Hamzah (ra) en su martirio

Su Santidad (aba) dijo que la hermana de Hazrat Hamzah (ra) también mostró una gran paciencia. Al verla acercarse, el Santo Profeta (sa) no quiso que viera los cuerpos de los difuntos, lo que habría sido perturbador, por lo que el Santo Profeta (sa) envió a Hazrat Zubair (ra) para que la detuviera. Al acercarse, Hazrat Zubair (ra) se dio cuenta de que era su madre Safiyyah (ra). Cuando Hazrat Zubair (ra) se acercó, su madre Safiyyah (ra) lo apartó, diciendo que no podía detenerla. Sin embargo, él le dijo que el Santo Profeta (sa) le había ordenado que no avanzara porque vería los cuerpos de los difuntos. Sólo al oír las instrucciones del Santo Profeta (sa) se detuvo, y entonces le entregó a Hazrat Zubair (ra) dos sábanas que había traído para cubrir el cuerpo de su hermano, Hazrat Hamzah (ra). Entonces pidió que, a pesar de saber que el cuerpo de su hermano había sido mutilado, deseaba verlo, y prometió no lamentarse. El Santo Profeta (sa) le concedió el permiso y al ver el cuerpo de su hermano, se levantó valiente como un león, y aunque las lágrimas brotaban de sus ojos, no emitió ni un solo sonido. El Santo Profeta (sa) también permaneció a su lado, mientras las lágrimas también caían de sus benditos ojos.

Su Santidad (aba) citó al Primer y Segundo Califas, que describieron la inmensa paciencia mostrada por el Santo Profeta (sa) ante esta tragedia.

Su Santidad (aba) dijo que continuaría narrando estos incidentes en el futuro.

Petición de oraciones por los palestinos en medio de las continuas injusticias contra ellos

Su Santidad (aba) volvió a pedir oraciones por el pueblo de Palestina. Que Al’lah permita al mundo actuar verdaderamente contra la injusticia. Aunque cada vez se alzan más voces y la gente dice que se cometen injusticias, sin embargo, parece que todo el mundo tiene miedo del gobierno israelí. O eso, o el mundo occidental está naturalmente en contra del mundo musulmán y guarda odio contra ellos, debido a lo cual no desean que las injusticias contra ellos terminen, o no están tomando las acciones necesarias para poner fin a las injusticias. No tienen en cuenta que estas injusticias se cometen contra niños, mujeres y ancianos inocentes. Por lo tanto, no podemos confiar plenamente en ellos, sin embargo, debemos seguir esforzándonos por ayudarles a comprender y también debemos seguir rezando. Que Al’lah permita al mundo musulmán reforzar su voz para que puedan alzar la suya y poner fin a estas injusticias.

Oraciones fúnebres

Su Santidad (aba) dijo que dirigiría dos oraciones fúnebres en ausencia de los siguientes miembros fallecidos:

Sheikh Ahmad Hussain Abu Sardana

Sheikh Ahmad Hussain Abu Sardana que vivía en Gaza. Fue martirizado en los últimos días como consecuencia de un ataque aéreo israelí. Es el primer ahmadí martirizado durante la guerra actual. Había estudiado en la Universidad de Al Azhar. Un día llegó a Kababir con motivo del Eid y acudió a la mezquita ahmadí, donde el misionero habló de la necesidad del Imam Mahdi, lo que despertó su interés. Su difunto padre le había aconsejado que si llegaba a conocer la existencia del Imam Mahdi, jurara lealtad, por lo que aceptó el Ahmadíat ese mismo día. La gente de su zona lo consideraba un sabio erudito. Amaba el Sagrado Corán y lo leía entero en una semana. Su esposa también resultó herida en la huelga; Su Santidad (aba) también rezó por su recuperación. Sentía un profundo honor y respeto por el Mesías Prometido (as) y el Califato. Había grabado un mensaje de voz para Su Santidad (aba) transmitiéndole sus sentimientos y renovado su juramento de lealtad. Su Santidad (aba) rezó para que Al’lah eleve su posición y conceda la curación a su esposa. Que Al’lah acepte sus oraciones por el pueblo palestino y establezca la paz allí, a la vez que les permita aceptar al Mesías Prometido (as).

Uthman Ahmad

Uthman Ahmad de Kenia, recientemente fallecido. Sirvió a la Comunidad durante muchos años después de aceptar Ahmadíat. Cumplió fielmente su juramento de fidelidad. Tradujo varios libros al swahili. Poseía muchas grandes cualidades. Ofrecía regularmente el tahayud (oraciones voluntarias antes del amanecer). Respetaba mucho a los misioneros y defendía su honor. Su Santidad (aba) comentó que los misioneros también debían dar excelentes ejemplos. Su Santidad (aba) rezó para que Al’lah le conceda el perdón y la misericordia, eleve su posición y permita a sus hijos continuar el legado de sus virtudes.

Resumen preparado por The Review of Religions

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