El Santo Profeta Muhammad (sa): un modelo ejemplar; y las causas que llevaron a la Batalla de Badr
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)
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El Santo Profeta Muhammad (sa): un modelo ejemplar; y las causas que llevaron a la Batalla de Badr

Jalifa de la Comunidad Musulmana Ahmadía

SERMÓN DEL VIERNES, 2 de JUNIO de 2023.

Pronunciado en la MEZQUITA BAITUL FUTUH de Morden (Londres), Reino Unido.

Después de recitar el Tashahud, el Taawwuz y el Surah Al-Fatihah,

Hazrat Mirza Masrur Ahmad, Jalifatul Masih V (atba), dijo:

He hablado en una serie de sermones sobre los diferentes aspectos de la vida de los Compañeros (ra) que participaron en la Batalla de Badr y de sus sacrificios. [En este sentido], muchas personas me han expresado su deseo y escrito diciendo que si no se hablaba sobre la vida del Santo Profeta Muhammad (sa), les dejaría insatisfechos, porque el Santo Profeta (sa) era el verdadero punto central en torno al cual se reunían los Compañeros (ra), quienes permaneciendo unidos a él alcanzaron niveles incomparables a la hora de ofrecer sacrificios y aprendieron nuevas formas [de vida]. Además, establecieron tales modelos de propagación de la Unicidad de Dios, que se convirtieron en reflejos personales de la misma, que dio testimonio de la influencia espiritual del Profeta (sa) y de lo muy querido que era [el Mensajero (sa)] para Dios Altísimo. Por todo ello, es importante hablar también sobre la vida del Mensajero de Al’lah (sa).

Ya se han pronunciado sermones sobre diversos aspectos de la vida del Santo Profeta Muhammad (sa) en varias ocasiones a lo largo de los años anteriores. De todas formas, la vida del Profeta (sa) es tal que no puede limitarse [a un sermón]. Cada uno de los aspectos de su vida es tal que no podría tratarse ni tan siquiera en varios sermones. [Por eso], si Dios quiere, la vida del Santo Profeta (sa) será expuesta de vez en cuando. De hecho, distintos aspectos se mencionan de diferentes maneras en cada sermón o discurso. La razón de esto es que este es el punto central de nuestras vidas y, sin ello, nuestra religión y nuestra fe no pueden ser completas, y no podemos actuar de acuerdo con la ley que Dios Altísimo ha revelado. En cualquier caso, ahora presentaré algunos aspectos de la vida del Santo Profeta Muhammad (sa) y los relatos históricos relacionados con la “Batalla de Badr”, y esto continuará a lo largo de los próximos sermones.

Es el propio ejemplo del Profeta (sa) el que dotó a los Compañeros (ra) de un abnegado espíritu de sacrificio y, al hacerlo, los introdujo en el redil de los guerreros, los mártires, los amados de Al’lah y aquellos con los que Él estaba complacido; y nosotros hemos sido testigos de estos ejemplos en nuestras vidas. Por lo tanto, es imperativo mencionar también el ejemplo del Santo Profeta (sa) en relación con esta batalla. [De todas formas], antes de exponer los incidentes relacionados con dicha guerra, es importante hablar además de sus causas y del por qué se libró. Así, primero mencionaré brevemente los antecedentes [de la misma]; e incluso en este contexto, salen a la luz la vida del Santo Profeta Muhammad (sa) y las hermosas enseñanzas que trajo.

Al hablar sobre las causas de la “Batalla de Badr”, Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) ha escrito en “Sirat Jatamun Nabiyin”, [‘La vida y el carácter del Sello de los Profetas (sa)’] que:

“Las crueldades que los qureish infligieron a los musulmanes y las artimañas que emplearon para aniquilar el Islam, durante el período que el Profeta (sa) vivió en La Meca, fueron motivo más que suficiente para que estallara una guerra entre dos naciones, en cualquier época y en todo tipo de circunstancia. La historia corrobora que, aparte del extremado y degradante escarnio y las ofensivas mofas y calumnias, los incrédulos de La Meca impidieron por la fuerza que los musulmanes adoraran al Dios Único y anunciaran Su Unicidad. Fueron brutalmente golpeados y maltratados sin piedad, su riqueza usurpada ilegalmente, boicoteados en un intento de matarlos y arruinarlos, mientras que otros fueron martirizados despiadadamente y sus mujeres fueron deshonradas; y esto llegó hasta el punto de que, perturbados por estas crueldades, muchos musulmanes abandonaron La Meca y emigraron a Abisinia [la actual Etiopía]. Sin embargo, los qureish no pararon ante esto y enviaron una delegación a la Corte Real del Negus [el rey local], en un intento de que estos ‘Muhayirin’ [emigrantes] regresaran de alguna manera a La Meca y los qureish tuvieran éxito en hacer que renunciaran a su fe, o los exterminarían.

Entonces, se infligió muchísimo dolor sobre el Maestro y Líder de los musulmanes (sa), que les era más querido que sus propias almas, y se le sometió a todo tipo de sufrimiento. Al profesar el nombre de Dios Altísimo, los amigos y camaradas de los qureish bombardearon al Santo Profeta (sa) con piedras en Taif, hasta el punto de que su cuerpo quedó empapado en sangre. Finalmente, con el acuerdo de todos los representantes de las diversas tribus de los qureish, se decidió en el ‘Parlamento Nacional de La Meca’ que Muhammad (sa), el Mensajero de Al’lah, fuera asesinado con el fin de borrar todo rastro del Islam y acabar con la Unicidad de Dios. Así que, para llevar a la práctica esta sangrienta resolución, los jóvenes de La Meca, pertenecientes a las distintas tribus de los qureish, se reunieron formando un grupo y atacaron por la noche la casa del Santo Profeta Muhammad (sa). No obstante, Dios protegió al Santo Profeta (sa), salió de su hogar sin que se dieran cuenta y se refugió en la cueva de Zaur.

¿No equivalían entonces estas crueldades y resoluciones sangrientas a un anuncio de guerra por parte de los qureish? Teniendo en cuenta todos estos incidentes, ¿puede alguien sensato afirmar que los qureish de La Meca no estaban en guerra contra el Islam y los musulmanes? Por tanto, ¿no podían estas crueldades de los qureish convertirse en motivo suficiente para justificar una guerra defensiva por parte de los musulmanes? En tales circunstancias, ¿podría alguna nación respetable del mundo, que no se hubiera resignado al suicidio, abstenerse de aceptar un ultimátum como el que los qureish lanzaron a los musulmanes? Con toda seguridad, si hubiera sido otra nación en lugar de los musulmanes, habrían entrado en el campo de batalla contra los qureish mucho antes. Sin embargo, su Maestro (sa) ordenó a los musulmanes que mostraran paciencia y [actuaran con] perdón. En este sentido, está escrito que cuando la persecución de los qureish se intensificó, Hazrat Abdur Rahman bin Auf (ra) y otros Compañeros (ra) se presentaron ante el Profeta (sa) y pidieron permiso para luchar contra los qureish, pero el Mensajero de Al’lah (sa) respondió:

‘Por ahora, se me ha ordenado perdonar. Por consiguiente, no puedo daros permiso para luchar’.

Así pues, los Compañeros (ra) soportaron todo tipo de crueldad e insulto en el camino de la religión, sin abandonar la paciencia. [Pero] cuando la copa de la persecución de los qureish se hubo colmado y comenzó a rebosar, y el Dios de este universo consideró que el mensaje Divino había sido transmitido de forma innegable, fue entonces cuando Dios Altísimo ordenó a Su siervo que abandonara la ciudad. Por entonces, el asunto había sobrepasado el límite del perdón y había llegado el momento en que los culpables alcanzarían su horrible final. En consecuencia, esta emigración del Santo Profeta Muhammad (sa) fue un signo de la aceptación del ultimátum de los qureish [y al mismo tiempo] una sutil indicación de Al’lah del anuncio de guerra; y tanto los musulmanes como los incrédulos lo comprendieron. Así, durante la consulta en ‘Darun-Nadwah’, (el lugar donde se aconsejaban mutuamente los qureish, cerca de la Kaabah), cuando un individuo propuso que el Santo Profeta (sa) debía ser exiliado de La Meca, los jefes de los qureish rechazaron esta propuesta basándose en que, si Muhammad (sa) abandonaba La Meca, los musulmanes aceptarían definitivamente su ultimátum y entrarían en el campo de batalla en oposición a ellos.

[Luego], durante el segundo ‘Baiat’ [o juramento de alianza] en Aqabah, cuando la cuestión de la emigración del Profeta (sa) surgió ante los ‘Ansar’ de Medina [musulmanes mayores de cuarenta años], inmediatamente dijeron: Esto implica que debemos prepararnos para la guerra contra toda Arabia’.

[Más tarde], cuando el Santo Profeta Muhammad (sa) abandonó La Meca, lanzó una mirada apenada sobre la periferia de la misma y exclamó: ‘¡Oh Makkah! Eras más querida para mí que todas las demás ciudades, pero tu gente no me ha permitido vivir aquí’. Ante esto, Hazrat Abu Bakr (ra) afirmó: ‘Han exiliado al Mensajero de Dios (sa) y ahora ciertamente van a ser destruidos’.

En resumen, mientras que el Santo Profeta (sa) vivió en La Meca, soportó todo tipo de tormentos, aunque no prendió la espada contra los qureish. La razón es que, en primer lugar, antes de tomar alguna medida contra los ellos, según la ‘sunnah’ [costumbre] de Dios Altísimo, era necesario transmitir el mensaje Divino de forma indiscutible y esto requería un respiro.

En segundo lugar, también era el deseo de Al’lah que los musulmanes exhibieran un modelo de perdón y paciencia hasta ese límite final en el que, a partir de entonces, permanecer sin hacer nada equivaldría al suicidio, lo que no puede ser considerado un acto encomiable por ningún individuo sensato.

En tercer lugar, los qureish encabezaban una especie de gobierno democrático en La Meca y el Profeta (sa) era uno de sus ciudadanos. Por lo tanto, la buena ciudadanía exigía que mientras el Santo Profeta Muhammad (sa) permaneciese en La Meca, respetara la autoridad y no permitiera nada que perturbara la paz; y cuando el asunto sobrepasara el límite del perdón, emigraría de allí.

En cuarto lugar, era necesario además que hasta que su pueblo se hubiera hecho merecedor del castigo, debido a sus acciones, en la estimación de Dios, y hasta que no hubiera llegado el momento de destruirlos, el Santo Profeta (sa) viviera entre ellos, y cuando llegara el momento, emigrara de allí. La razón es que, según la ‘sunnah’ [el modo de actuar] de Al’lah, mientras un Profeta de Dios permanece entre su pueblo, este no es golpeado por un castigo que lo destruiría; [aunque], cuando un castigo destructivo es inminente, se ordena al Profeta abandonar ese lugar. Debido a estas razones, la emigración del Santo Profeta Muhammad (sa) poseía indicaciones distintivas dentro de ella misma, aunque es desafortunado que estas personas malhechoras no las reconocieran y continuaran creciendo en su tiranía y opresión; porque si los qureish se hubieran abstenido incluso entonces y se hubieran abstenido de utilizar una forma de compulsión en la religión, y hubieran permitido a los musulmanes vivir una vida de paz, entonces Dios Altísimo es el Más Misericordioso de aquellos que muestran misericordia, y Su Mensajero (sa) también era ‘Rahmatul-il-Alamin’ [Misericordia para todos los pueblos]. En verdad, incluso entonces habrían sido perdonados (y los árabes no habrían tenido que presenciar la carnicería y el derramamiento de sangre que él sentía que iba a ocurrir).

No obstante, las palabras del Decreto Divino tenían que cumplirse y la emigración del Profeta (sa) sirvió de combustible al fuego de la enemistad de los qureish, quienes se levantaron con una exaltación y furor aún mayores que antes [a fin de] borrar el Islam. [Pues bien], además de infligir persecución y tiranía a los pobres y débiles musulmanes, que hasta ahora seguían en La Meca, la primera acción de los qureish, en cuanto se enteraron de que el Santo Profeta (sa) había abandonado La Meca, fue lanzarse a perseguirlo. Recorrieron cada centímetro del ‘Valle de Bakkah’ en busca del Santo Profeta Muhammad (sa) e incluso llegaron hasta la boca de la ‘Cueva de Zaur’ [donde se ocultaba]. De todos modos, Al’lah ayudó al Mensajero de Dios (sa) y puso tal velo sobre los ojos de los qureish, que después de haber llegado al mismo lugar de destino, [a las puertas mismas de la cueva], regresaron frustrados y sin éxito; y cuando se vieron decepcionados con dicha búsqueda, hicieron el anuncio público de que cualquier individuo que trajera de vuelta a Muhammad (sa) -ya fuera vivo o muerto- recibiría una recompensa de cien camellos, lo que equivale aproximadamente a 20.000 rupias en la moneda actual (en 1931, cuando Hazrat Mirza Bashir Ahmad -ra- escribió esto, pero hoy en día ascendería a varios millones). [Por eso], muchos jóvenes de las distintas tribus de qureish salieron en todas las direcciones en busca del Santo Profeta (sa), codiciando la recompensa. Como tal, [incluso] la persecución de Suraqah bin Malik… fue también el resultado de este anuncio de recompensa. De todas formas, los qureish también tuvieron que enfrentarse al fracaso de este plan.

[Ahora bien], si uno reflexiona, para que estalle la guerra entre dos naciones, incluso esta sola razón es suficiente, ya que se estableció una recompensa de esta naturaleza para el Maestro y Líder (sa) de la otra… (De la misma manera, cuando) los qureish descubrieron que el Profeta (sa) había llegado a Medina sano y salvo… los jefes de qureish enviaron una carta terriblemente amenazante al jefe principal de Medina, Abdul’lah bin Ubay bin Sulul, y a sus compañeros, [que decía]:

‘Has concedido protección a un individuo de los nuestros, es decir, a Muhammad (sa), y juramos en el nombre de Dios que o bien dejas de protegerlo y le declaras la guerra, o como mínimo debes exiliarlo de tu ciudad.  Si no, definitivamente reuniremos a todo nuestro ejército y os atacaremos, mataremos a todos tus hombres y nos apoderaremos de vuestras mujeres, haciéndolas legítimas para nosotros’.

[Pues bien], cuando Abdul’lah bin Ubay ibn Sulul y sus compañeros politeístas recibieron esta carta, se reunieron para emprender la guerra contra el Santo Profeta (sa). El Mensajero (sa) se enteró de esto, se acercó a él y le dijo: ‘Puedes considerar que la amenaza que te han dado los qureish es muy significativa, aunque no pueden hacerte más daño del que te harás a ti mismo. ¿Deseas luchar contra tus propios hijos y hermanos?’. Cuando los judíos oyeron esto del Santo Profeta Muhammad (sa) -muchos de los cuales se habían hecho musulmanes-, se dispersaron y lo abandonaron. Asimismo, los qureish de La Meca comenzaron a visitar a las tribus árabes para incitarlas en contra de los musulmanes”.

Al respecto, Hazrat Mirza Bashir Ahmad (ra) escribe en “Sirat Jatamun-Nabiyin”:

“Cuando los qureish notaron que [la tribu de] los Aus y Jazrall se negaron a renunciar a su protección del  Profeta (sa) y se temió que el Islam pudiera echar raíces en Medina, recorrieron las otras tribus de Arabia y comenzaron a incitarlos contra los musulmanes. Dado que los qureish disfrutaban de una clara influencia sobre las otras tribus de Arabia, debido a su tutela de la ‘Kaabah’, por esta razón y la instigación de los qureish, muchas tribus se habían convertido en enemigas mortales de los musulmanes; y el estado de Medina era como si hubiera sido rodeada por un fuego llameante”.

 

En este sentido, ya se ha mencionado la siguiente narración:

“Hazrat Ubay bin Kaab (ra), quien era uno de los distinguidos Compañeros, relata que ‘cuando el Santo Profeta (sa) y sus Compañeros (ra) emigraron a Medina, y los ‘Ansar’ les dieron protección, a su vez, toda Arabia se levantó colectivamente contra los musulmanes. En esa época, los musulmanes ni siquiera se quitaban las armas por la noche y durante el día caminaban armados en caso de un ataque repentino; y se decían unos a otros que: ‘Veamos si vivimos hasta el momento en que podamos dormir en paz por la noche sin ningún temor excepto el temor de Dios Altísimo’.”

El estado del Jefe mismo de la Humanidad (sa) era que, (como Hazrat Aisha -ra- narra):

“Al principio, cuando el Mensajero de Al’lah (sa) llegó a Medina, a menudo permanecía despierto durante la noche por temor a un ataque enemigo”.

 

En relación a esa misma época, el Sagrado Corán afirma [Surah Al-Anfal, 8:27]:

[“Y acordaos de cuando erais muy pocos y considerados débiles en la Tierra,

y temíais que las gentes os exterminaran, pero Él os protegió y fortaleció con Su ayuda,

y os proporcionó cosas buenas para que fueseis agradecidos”].

 

[Traducción interpretativa de Hazur]:

“¡Oh musulmanes! Acordaos del tiempo cuando erais pocos y considerados débiles en la tierra, y estabais en constante temor de que la gente os agarrara y os destruyera. Pero Dios os dio cobijo y os concedió apoyo con Su Socorro, y os abrió las puertas de provisiones puras. Por tanto, ahora debéis vivir como siervos agradecidos”.

Estas fueron las amenazas externas mencionadas en el Santo Corán.

La situación interna en Medina no era muy favorable, tal como explica Hazrat Mirza Bashir Ahmad (ra):

“Incluso en Medina, el estado era que hasta entonces, un segmento sustancial de entre los Aus y Jazrall se mantuvo firme en el politeísmo. Aunque aparentemente estaban con sus hermanos y parientes, en tales circunstancias, ¿cómo se podía confiar en un politeísta? En segundo lugar, estaban los hipócritas que en un principio habían aceptado el Islam, pero en secreto eran enemigos del mismo, y su presencia en Medina planteaba una situación amenazante. En tercer lugar, estaban los judíos, con quienes, a pesar de que había un tratado, para ellos el valor de ese pacto no existía. Así pues, de esta manera, había tales elementos presentes incluso en la propia Medina, que eran nada menos que un almacén de municiones ocultas contra los musulmanes. Una pequeña chispa de las tribus árabes era suficiente para prender fuego a esta munición y destruir a los musulmanes de Medina con una sola explosión. En este momento vulnerable, que era tal que nunca antes había aparecido una situación más crítica para los musulmanes, la revelación Divina fue enviada al Santo Profeta Muhammad (sa) de que ahora él también debía empuñar la espada en oposición a esos incrédulos que habían entrado en el campo de batalla contra él, con la espada en la mano, puramente por la vía de la injusticia y la tiranía. De esta manera, se anunció la ‘yihad’ de la espada.

…El primer versículo coránico sobre la ‘yihad’ con la espada fue revelado al Santo Profeta (sa) el doceavo día de Safar, en el segundo año después de la Hégira, o el 15 de agosto de 623 d.C., cuando había transcurrido un período de aproximadamente un año desde la llegada del Profeta (sa) a Medina”.

 

La fecha de este versículo está de acuerdo con la investigación realizada por Hazrat Mirza Bashir Ahmad (ra), porque se ha registrado en relación con este versículo que algunas partes de él fueron reveladas en La Meca, mientras que otras en Medina. En cualquier caso, hay diferentes narraciones con respecto a la revelación del mismo. También está registrado que este versículo fue revelado durante la emigración, ya que poco después de llegar a Medina, el Santo Profeta Muhammad (sa) ordenó detener las caravanas de los qureish en las áreas circundantes de Medina y comenzó a enviar grupos armados para varios asuntos defensivos. Por así decirlo, tanto si este versículo se hubiera revelado al comienzo de la emigración o tal vez un año después, fue la primera vez que se concedió permiso para responder a aquellos que luchaban contra la religión y fue solo cuando el Santo Profeta (sa) dejó [el área] del gobierno al que anteriormente estaba sujeto. Como se ha mencionado, no se podía hacer ninguna guerra mientras estuviera sujeto al gobierno, [pero] ya se había establecido su propio gobierno. Este versículo, más bien, dos versículos del “Surah Al-Hall”, en los que Dios Altísimo concedió permiso, son los siguientes [22:40-41]:

[“Se da permiso para combatir a quienes son combatidos, porque han sido perjudicados

-y Al’lah tiene en verdad poder para ayudarles-.

Quienes fueron expulsados injustamente de sus hogares solo por haber dicho: ‘Nuestro Señor es Al’lah”, -y si Al’lah no hubiera permitido a los hombres defenderse contra la actuación injusta de los demás, ciertamente habrían sido destruidos monasterios e iglesias, sinagogas y mezquitas,

en las que se conmemora frecuentemente el nombre de Al’lah.

Mas Al’lah ayudará en verdad a quien Le ayude. Al’lah es ciertamente Fuerte, Poderoso”].

 

[Traducción interpretativa de Hazur]:

“Se concede permiso para luchar a los musulmanes contra quienes los incrédulos han empuñado la espada porque ellos (es decir, los musulmanes) han sido agraviados, y Dios ciertamente tiene poder para ayudar a aquellos que han sido expulsados ​​de sus hogares injustamente solo porque dijeron: ‘Nuestro Señor es Al’lah’; y si Dios Altísimo no hubiera repelido a unos hombres por medio de otros (concediendo permiso para la guerra defensiva), seguramente se habrían derribado claustros pertenecientes a monjes e iglesias cristianas, sinagogas y mezquitas judías, en las que a menudo se conmemora el nombre de Dios; y Al’lah ciertamente ayudará a quien Le ayude. Sin duda, Al’lah es Fuerte, Poderoso”.

O sea, aquí se han protegido todas las religiones, ya que se han mencionado los nombres de todos los lugares de culto. Una vez que la “yihad” se hizo necesaria, el Santo Profeta (sa) empleó inicialmente cuatro estrategias para salvaguardar a los musulmanes del daño de los incrédulos.

Al respecto, Hazrat Mirza Bashir Ahmad (ra) ha enumerado estas cuatro estrategias al decir que:

“Primero: el Profeta (sa) comenzó a viajar a las tribus cercanas y a establecer tratados de paz con ellos, a fin de que la región circundante de Medina quedara libre de amenazas. Por ello, el Mensajero de Dios (sa) prestó especial atención a aquellas tribus que estaban situadas cerca de la ruta comercial siria de los qureish; y como cada individuo puede deducir, fueron estas tribus en particular de quienes los qureish de La Meca podrían haber obtenido el mayor beneficio contra los musulmanes y cuya enemistad podría haber resultado en graves amenazas para los musulmanes. 

Segundo: el Santo Profeta Muhammad (sa) comenzó a enviar pequeños grupos hacia diferentes direcciones desde Medina para obtener inteligencia, con el objetivo de poder mantenerse informado de los movimientos de los qureish y sus aliados; y los qureish también entendieron que los musulmanes sabían [lo que estaba ocurriendo], por lo que de esa manera, Medina podría estar a salvo de los peligros de ataques repentinos. 

Tercero: otra sabiduría en el envío de estos grupos fue a fin de que los musulmanes débiles y pobres de La Meca y sus alrededores pudieran encontrar una oportunidad, por este medio, de unirse a los musulmanes de Medina. Hasta ahora, había muchas personas en la región de La Meca que eran musulmanas de corazón, pero que no podían profesar públicamente su creencia en el Islam debido a las crueldades de los qureish. Además, por su pobreza y debilidad, tampoco eran capaces de emigrar, ya que los qureish impedían a la fuerza que esas personas emigraran…

Cuarto: la cuarta estrategia empleada por el Santo Profeta (sa) fue que comenzó a interceptar las caravanas comerciales de los qureish que viajaban desde La Meca a Siria y que pasaban por Medina en su trayectoria. La razón es que, en primer lugar, estas caravanas provocarían un fuego de enemistad contra los musulmanes dondequiera que viajaran y es obvio que si se sembraba la semilla de la enemistad en los alrededores de Medina ello era extremadamente peligroso para los musulmanes. En segundo lugar, estas caravanas siempre irían armadas y todos pueden apreciar que el paso de tales caravanas tan cerca de Medina no estaba exento de peligro. En tercer lugar, el sustento de los qureish dependía principalmente del comercio. Por consiguiente, en estas circunstancias, el medio más adecuado y efectivo por el cual se podía someter a los qureish, poner fin a sus crueldades y presionarlos para que se reconciliaran, era obstruyendo su ruta comercial. Ciertamente, la historia atestigua que el hecho de que entre los factores que finalmente obligaron a los qureish a inclinarse hacia la reconciliación fue que la interceptación de estas caravanas comerciales desempeñó un papel fundamental. En consecuencia, esta fue una estrategia extremadamente sagaz que rindió frutos de éxito en el momento adecuado. En cuarto lugar, los ingresos de estas caravanas de los qureish se gastaban principalmente en esfuerzos para eliminar el Islam. En efecto, incluso se enviaron algunas caravanas con el único propósito de que todas sus ganancias se utilizarían contra los musulmanes. (El comercio que se llevó a cabo en oposición al Islam fue con el fin de hacer la guerra contra los musulmanes). En este caso, todo el mundo puede entender que la interceptación de estas caravanas fue, por derecho propio, una estrategia absolutamente legítima”.

Estos relatos continuarán en el futuro, si Dios quiere.

En este momento, deseo hacer mención de algunos miembros fallecidos cuya oración fúnebre será ofrecida [a continuación]:

Uno de los fallecidos está aquí y es el respetado Jawaya Munir Ahmad, mientras que [la oración funeral de] los otros será en ausencia. [Bueno], no se trata de Jawaya Munir Ahmad, sino de Jawaya Munirud-din Qamar, quien vivía aquí en el Reino Unido. Por decreto Divino falleció el 27 de mayo, a la edad de 86 años:

¡En verdad, venimos de Al’lah y hacia Él volveremos!

Era nieto materno de Hazrat Mian Jairud-din Sekhwani (ra), Compañero del Mesías Prometido (as),  quien también vio a su padre, Maulana Qamarud-din, cuando era muy jovencito, un bebé. Maulwi Qamarud-din, su padre, fue el primer presidente central de “Mayilis Juddamul Ahmadía”, [la Asociación de los Jóvenes Áhmadis]. Cuando se produjo la partición de India y Pakistán, su familia se trasladó a Pakistán. [Aparte], Khawaja Munirud-din vivió algún tiempo en Tanzania, África. También tuvo la oportunidad de servir a la Comunidad en diversas funciones en Rabwah. En 1966, él y su familia se trasladaron al Reino Unido y vivieron cerca de la Mezquita Fazl. Han estado aquí mucho tiempo y todo el mundo los conoce. Durante la época del Cuarto Jalifa (rh), tuvo la oportunidad durante mucho tiempo de realizar el azan [llamada a la oración] en la Mezquita Fazl para las oraciones de los viernes. Además pudo poder servir como presidente local de la Mezquita Fazl y Putney.

Tras jubilarse en 1995, dedicó su vida y ha estado sirviendo voluntariamente, primero en “Wakalat-e-Tabshir” y luego en la oficina del Secretario Privado [de Hazur], aquí en el Reino Unido. Incluso el día antes de su fallecimiento estuvo trabajando en la oficina hasta la oración de “dohr”, tras la cual regresó a casa. Era regular a la hora de hacer las cinco oraciones diarias, tranquilo por naturaleza, compasivo, sociable, virtuoso, sincero y leal. Era “musi”, (miembro de “Al-Wasiyat”). Le sobreviven su esposa, dos hijos y dos hijas, aparte de muchos nietos. También era tío materno del Señor Amir del Reino Unido.

¡Que Dios Altísimo le conceda el perdón y la misericordia, y eleve su rango [espiritual]!

Este funeral se ofrecerá aquí [con cuerpo presente], si Dios quiere, y los demás serán considerados como oraciones fúnebres “in absentia”.

El primero de ellos es el del Dr. Mirza Mubashar Ahmad, nieto paterno de Hazrat Musleh Maud (ra) e hijo de Mirza Munawar Ahmad y Mahmuda Begum. Era nieto materno de Hazrat Nawab Mubaraka Begum (ra). Ha fallecido recientemente, a la edad de 79 años:

¡En verdad, venimos de Al’lah y hacia Él volveremos!

Por la gracia de Dios, era “musi” [integrante del sistema “Al-Wasiyat”]. Su educación primaria tuvo lugar en Lahore y posteriormente asistió al King Edward Medical College de la misma ciudad, donde obtuvo el título de MBBS. Después trabajó durante algún tiempo en un hospital de Rabwah y luego vino al Reino Unido a estudiar, e hizo la posgraduación y el FSCS en 1970 en el “Royal College of Surgeons” de Edimburgo. Entonces, viendo que ya había dedicado su vida, regresó [a Rabwah] y prestó servicio en el “Hospital Fazl-e-Umar”, donde pudo servir durante unos 50 años. De los médicos que se han dedicado de por vida y han trabajado allí bajo el proyecto de “Nusrat Yahan”, él fue el que prestó servicios durante más tiempo, o tal vez fue el Dr. Munawar Ahmad. En cualquier caso, tuvo la oportunidad de servir durante 50 años. Ya en 1983, el Cuarto Jalifa (r) lo nombró miembro de la “Junta de Waqf-e-Yadid”, de la que siguió formando parte hasta su fallecimiento.

Su esposa ha escrito:

“Honraba a sus familiares y cuidaba de sus [respectivos] parientes, ya fueran padres, hermanos, mis padres, familiares u otros…, de hecho, [hacía esto] con todo el mundo. No recuerdo ninguna ocasión de felicidad o tristeza en la que no asumiera su responsabilidad. Nunca dejó de honrar a sus parientes. Además, tuvo la oportunidad de tratar a todos los ancianos de la familia y visitaba las casas de los enfermos para interesarse por su bienestar. Del mismo modo, ayudaba a los necesitados en todo lo que podía y nunca rechazaba a alguien que lo necesitara. Facilitó la educación de muchas chicas e incluso asumía él mismo toda la carga financiera de sus bodas”.

Algunas chicas me han escrito sobre esto y varias de ellas incluso vivían en su casa, y él las criaba como a sus propias hijas y posteriormente las casaba. Muchas personas me han informado que incluso renunciaba a los honorarios de algunos pacientes; de hecho, les daba medicinas e incluso algo de dinero. Tenía una profunda conexión con los Jalifas, pues estaba relacionado con ellos, en el sentido de que estaba emparentado con todos los Jalifas de su época, aunque también sentía por ellos una profunda conexión de respeto y honor, que no solo inculcó a sus hijos, sino que además exhibió su propio ejemplo al hacerlo.

Era bastante mayor que yo, unos seis o siete años, pero una vez que me convertí en Jalifa, me trató con gran respeto y honor. Es más, incluso antes de esto, cuando yo era “Nazir-e-Ala” [el puesto ejecutivo más alto tras el Jalifa], me mostró un gran respeto y honor también en ese momento.

[Aparte], su esposa nos dice que:

“Durante la última enfermedad de la esposa del Cuarto Jalifa (rh), este llamó y pidió que el Dr. Mubashar viniera inmediatamente. En consecuencia, se narra que al recibir este mensaje, se marchó esa misma noche y permaneció allí hasta su fallecimiento. Al morir la respetada Hazrat Asifa Begum (ra), el Cuarto Jalifa (rh) declaró: ‘Mubashar se acercó al ascensor para recogerme y en cuanto le vi comprendí que mi esposa había fallecido, porque sabía que si se encontraba mal, Mubashar no se habría separado de su lado’. [Luego], durante la propia enfermedad del Cuarto Jalifa (rh), viajaba a menudo al Reino Unido para su tratamiento; [y el propio] Cuarto Jalifa (rh) mencionó en una ocasión sus servicios durante su enfermedad”.

Su esposa añade:

“Una vez se presentó una denuncia falsa contra él y se formó un comité para investigarla. También en ese momento respetaba al Jalifa de la época y a la administración, y nunca dijo ni hizo nada impropio. La comisión llevó a cabo su investigación y determinó que estaba libre de toda culpa”.

Su hijo menciona que algunos oponentes [de la Yamat] de Chiniot [Pakistán] y de los alrededores acudían a su casa para recibir tratamiento. De hecho, tuvo muchos pacientes no-áhmadis y además soy consciente de ello. Trató a innumerables personas de la zona, gracias a lo cual mucha gente conoció Rabwah y el hospital de la zona.

Durante su enfermedad final, el Mesías Prometido (as) utilizó una cuchara para tomar sus medicinas, que era una cuchara pequeña que Hazrat Amman Yan (ra) dio a Hazrat Umm Nasir (ra), diciendo que se la diera a cualquiera de sus hijos que se convirtiera en médico. La cuchara fue entregada a su padre, Mirza Munawar Ahmad, después de lo cual le fue entregada a él. A veces, en aras de [obtener] bendiciones, el Dr. Mubashar utilizaba esa cuchara para dar medicinas a sus pacientes.

Personas de todas las clases sociales acudieron a ofrecer sus condolencias, aunque una gran mayoría eran de los más afortunados, pues expresaban constantemente que estaban en deuda con Mian Sahib. A algunos los había tratado y a otros los había cuidado de alguna manera. Había muchos agricultores que lo llevaban a sus esposas o hermanas para que las tratara, y esos labradores venían y expresaban cómo había cuidado de ellas. Todos, incluso los no-áhmadis, vinieron y lloraron, diciendo que habían perdido a un padre.

Muchos de los miembros del personal de nuestro hospital me han escrito diciendo que su hospital se ha quedado huérfano y expresando su profundo pesar. En definitiva, mantuvo su relación con todos y cuidó de los pobres. [En este sentido], el Profeta (sa) dijo una vez que si se alaba a una persona en su cortejo fúnebre, se le asegura el Paraíso.

¡Que Dios Altísimo cumpla también estas palabras en su favor!

El Dr. Mirza Sultan Ahmad narra:

“Según mis conocimientos, en toda la Comunidad tiene el honor de ser el médico que más servicios ha prestado”.

Ya he mencionado esto.

Luego escribe:

“En la época en que empezó a trabajar no había asistentes ni ayudantes. Tenía que cerrar, abrir, llamar a sus pacientes y realizar otras tareas él solo. Además, él tuvo que dirigir en solitario el quirófano. No había anestesista, por lo que incluso tuvo que ocuparse él mismo de esa tarea. Después, fue formando a su personal, tras lo cual el hospital se hizo muy popular”.

Y añade:

“El índice de infecciones también era inferior al de otros hospitales privados y  la mayoría de los pacientes eran dados de alta tras ser tratados con éxito”.

En definitiva, ha dispensado siempre un trato amable hacia los pacientes, incluso hacia los que no eran áhmadis. Yo sé personalmente que era una persona muy respetuosa.

[Por su parte], el Dr. Munir Mubashir, que trabaja en un hospital del gobierno, relata:

“He sido testigo de la larga y vasta trayectoria de servicios ofrecidos por el respetado médico, no solo a los residentes de Rabwah, sino también de todos las zonas circundantes”.

Además, afirma:

“He trabajado enteramente en las afueras de Rabwah, (ha estado destinado en varios hospitales pequeños de Rabwah), y entre sus pacientes había mucha gente de casi todos los pueblos de los alrededores”.

Debido a ello, como ya he dicho, muchas personas no-áhmadis vinieron a dar el pésame por su fallecimiento.

[Por su parte], el Dr. Noori cuenta que:

“Un anciano, que vivía solo en Rabwah, había colgado una foto del Dr. Mubashar en su habitación (el Dr. Noori fue a visitar a este anciano). El paciente habló con gran elogio y admiración del Dr. Mubashar, diciendo que le visitaba a menudo para interesarse por su salud y bienestar. ¡Que Al’lah le proteja”.

Este incidente tuvo lugar mientras aún vivía.

Hay tantas cartas que mencionan sus cualidades, servicios y los sentimientos de sus pacientes que me resulta imposible mencionarlas todas. Como he indicado antes, también tenía un extraordinario vínculo de lealtad con el Jalifato.

¡Que Al’lah le muestre una misericordia y un perdón sin fin, y le conceda un puesto entre sus seres queridos!

La tercera oración fúnebre [del total] es [también] en ausencia.

La segunda oración fúnebre [de las que se celebran “in absentia”] es por la respetada Syedah Amatul Basit, esposa de Syed Mahmud Ahmad, de Islamabad. Falleció hace unos días:

¡En verdad, venimos de Dios y hacia Él será el retorno!

Era nieta del Dr. Syed Abdul Sattar Shah e hija del respetado Syed Abdul Razaq Shah y también era sobrina de Hazrat Umm Tahir (ra). Su padre, Abdul Razaq Shah, se casó en 1945 con la primera mujer áhmadi irlandesa, Hanifah Shah, que antes se llamaba Cathelyn O’Brien. Este matrimonio se celebró en Nairobi, Kenia. Su madre llegó entonces a Pakistán, mientras que su padre, Shah Sahib, estaba destinado en Sindh. Allí ofreció grandes sacrificios, a pesar de ser irlandesa. Vivía en una pequeña aldea mientras ofrecía grandes sacrificios. Sus hijos también ofrecieron grandes sacrificios, entre ellos Amatul Basit.

Su marido, Syed Mahmud Shah, nos dice que:

“Rezaba con regularidad, especialmente el ‘tahayud’ [oración voluntaria antes del amanecer]. Desde su infancia, ofrecía las oraciones de ‘tahayud’ junto a su padre. Veneraba y observaba las prácticas religiosas. Siempre ayudaba a los pobres y necesitados. Se adhirió muy estrictamente al velo”.

Era “musia”, [formaba parte del sistema del “Al Wasiyat”] y le sobreviven su marido, cuatro hijos y dos hijas. Uno de sus hijos, Syed Bashir Ahmad, reside aquí [en el Reino Unido] y el otro es Syed Shahid Ahmad. Su hija, Mayidah Malik, reside en Estados Unidos.

Su hija, que es la esposa del Dr. Amir Malik de Estados Unidos, ha informado que:

“Mi madre era muy querida por los demás y poseía una personalidad excepcional. Todos los que la conocían quedaban cautivados con ella. Amaba al Jalifa con todo su corazón, tenía una personalidad refinada, era educada y poseía buena moral. Nunca expresó abiertamente su dolor. Participó activamente en la ayuda a los pobres y la limosna. Ayudaba a las muchachas a casarse, daba raciones [de comida] a las casas de acogida para los pobres, cubría los gastos de la educación de los huérfanos y daba de comer a los pobres; en definitiva, dedicaba su tiempo a ayudar a la gente de Dios, ya fuera mediante oraciones o caridad. Prefería hablar más de Dios Altísimo y de la ayuda Divina, y se hacía amiga de quienes también amaban a Dios. Al’lah también se le manifestó de manera especial, pues Dios aceptaba sus oraciones,  y Dios Altísimo le informaba de la aceptación de sus oraciones en muchos asuntos. No se perdía ninguna oración, ni siquiera durante una enfermedad grave y siempre estaba atenta a la hora para no perderse una oración”.

¡Que Al’lah conceda su perdón y misericordia, y eleve su rango [espiritual]!

¡Que Él permita a sus hijos continuar con sus virtudes!

La tercera oración fúnebre en ausencia es la del respetado Sharif Ahmad Bandishah. Era el “Sadr” [presidente local de la] comunidad de Chak número 261, Arabadwali (Faisalabad, Pakistán) y falleció hace unos días:

¡En verdad, venimos de Al’lah y hacia Él volveremos!

Su hijo, Rehmatul’lah Bandishah, que trabaja como misionero, ha relatado:

“Mi abuelo solo tenía dos o tres meses cuando sus padres y parientes cercanos fallecieron durante la plaga en tiempos del Mesías Prometido (as). En aquella época, mi abuelo fue criado por una familia de parientes lejanos que eran áhmadis, [aunque] tras la decisión de un juez de Batala, fue puesto al cuidado de otra familia áhmadi más próxima a él. De este modo, creció desde el principio en un entorno áhmadi y siguió formando parte de la Yamat [Musulmana] Ahmadía”.

El fallecido fue “sadr” [presidente de la yamat local] en su pueblo durante casi 25 años. Poseía muchas cualidades y tenía un carácter de derviche. Su adoración era de un nivel elevado; ayudaba a los necesitados, especialmente a su familia y amigos; sentía un amor sin límites por el sistema de la Comunidad y el Jalifato.

Le sobreviven su esposa, tres hijos y tres hijas. Como ya he mencionado, uno de sus hijos, Rahmatul‘lah Bandishah, es misionero y actualmente trabaja como profesor en la Yamia Ahmadía de Alemania; y debido a la oposición y a las terribles circunstancias en su pueblo, no pudo asistir a tiempo al funeral y entierro de su padre.

¡Que Dios Altísimo conceda su perdón y misericordia al difunto y eleve su estatus [espiritual]!

¡Que Él también permita a sus hijos continuar con sus virtudes!

Resumen

Después de recitar Tashahhud, Ta’awwuz y Surah al-Fatihah, Su Santidad, Hazrat Mirza Masrur Ahmad (aba) dijo que las vidas, incidentes y sacrificios de los Compañeros que participaron en la Batalla de Badr fueron detallados en una serie de sermones. Su Santidad (aba) dijo que muchos le han expresado que la vida del Santo Profeta (sa) también debería ser detallada, porque fue sólo debido a estar unidos a él que los Compañeros alcanzaron altos rangos. No sólo creían, sino que encarnaban la Unidad de Dios tal y como la enseñó el Santo Profeta (sa).

Su Santidad (aba) dijo que, a lo largo de los años, ha destacado diversos aspectos del Santo Profeta (sa) en sus sermones. Sin embargo, su vida fue tal que no puede limitarse a ciertos aspectos. Sus cualidades eran tan vastas que ni siquiera pueden abarcarse en el transcurso de varios sermones. De hecho, en cada sermón o discurso se menciona algún aspecto de la vida del Santo Profeta (sa), porque nuestras vidas giran en torno a él. No podemos actuar conforme a la sharia sin su ejemplo.

Circunstancias que condujeron a la Batalla de Badr

Su Santidad (aba) dijo que hoy comenzaría una serie de sermones sobre el Santo Profeta (sa) en relación con la Batalla de Badr. Antes de mencionar la batalla en sí, Su Santidad (aba) dijo que es importante entender las circunstancias que condujeron a la batalla en primer lugar. Su Santidad (aba) citó a Hazrat Mirza Bashir Ahmad (ra), quien escribió:

‘La vida en La Meca del Santo Profeta (sa), las crueldades que los Quraish infligieron a los musulmanes y los esquemas que emplearon para eliminar el Islām, fueron razón suficiente para que estallara la guerra entre dos naciones cualesquiera, en todas las épocas y en todo tipo de circunstancias. La historia corrobora que además de burlas extremadamente degradantes, y de mofas y calumnias sumamente ofensivas, los incrédulos de La Meca impidieron por la fuerza que los musulmanes adoraran al Dios Único y anunciaran Su Unidad. Fueron muy brutalmente golpeados y maltratados sin piedad, su riqueza fue usurpada ilegalmente, fueron boicoteados en un intento de matarlos y arruinarlos, mientras que algunos fueron martirizados sin piedad y sus mujeres fueron deshonradas. Hasta tal punto que, perturbados por estas crueldades, muchos musulmanes abandonaron La Meca y emigraron a Abisinia. Sin embargo, los Quraish tampoco descansaron ante esto y enviaron una delegación a la Corte Real del Negus en un intento de que estos Muhāyirīn regresaran de alguna manera a La Meca y los Quraish tuvieran éxito en revertirlos de su fe, o eliminarlos. Entonces, se infligieron grandes dolores al Maestro y Líder de los musulmanes, que les era más querido que sus propias almas, y se le sometió a todo tipo de sufrimientos. Al profesar el nombre de Dios, los amigos y camaradas de los Quraish bombardearon al Santo Profeta (sa) con piedras en Ṭā’if, hasta el punto de que su cuerpo quedó empapado en sangre. Finalmente, con el acuerdo de todos los representantes de las diversas tribus de los Quraish, se decidió en el Parlamento Nacional de La Meca que Muḥammad (sa), el Mensajero de Al’lah, fuera asesinado para que se borrara todo rastro del Islām y se pusiera fin a la Unidad Divina. Entonces, para llevar a la práctica esta sangrienta resolución, los jóvenes de La Meca que pertenecían a las diversas tribus de Quraish, reunieron un grupo y atacaron la casa del Santo Profeta (sa) por la noche. Sin embargo, Dios protegió al Santo Profeta (sa), y él partió de su casa – dejándolos en el polvo – y se refugió en la cueva de Thaur. ¿No equivalían entonces estas crueldades y resoluciones sangrientas a un anuncio de guerra por parte de los Quraish? En el trasfondo de estos incidentes, ¿puede alguna persona sensata afirmar que los Quraish de La Meca no estaban en guerra contra el Islām y los musulmanes? Entonces, ¿no podrían estas crueldades de los Quraish convertirse en motivos suficientes para justificar una guerra defensiva por parte de los musulmanes? En tales circunstancias, ¿podría alguna nación honorable del mundo, que no se haya resignado al suicidio, abstenerse de aceptar un ultimátum como el que los Quraish dieron a los musulmanes? Definitivamente, si hubiera habido otra nación en lugar de los musulmanes, habrían entrado en el campo de batalla contra los Quraish mucho antes. Sin embargo, su Señor ordenó a los musulmanes que mostraran paciencia y perdón. Como tal, está escrito que cuando la persecución de los Quraish se intensificó, ‘Abdur-Raḥmān bin ‘Auf (ra), y otros Compañeros, se presentaron ante el Santo Profeta (sa), y pidieron permiso para luchar contra los Quraish, pero el Santo Profeta (sa) respondió:

“Por ahora, se me ha ordenado indultar. Por lo tanto, no puedo daros permiso para luchar”.

Así, los Compañeros soportaron todo dolor e insulto en el camino de la religión, pero no soltaron el asa de la paciencia. Cuando la copa de la persecución de los Quraish se hubo saciado y empezó a rebosar; y el Dios de este universo consideró que el mensaje divino había sido transmitido de forma incontrovertible, fue entonces cuando Dios ordenó a Su siervo que abandonara la ciudad. Pues ahora, el asunto había sobrepasado el límite del perdón, y había llegado el momento en que los perpetradores alcanzarían su malvado fin. Por lo tanto, esta migración del Santo Profeta (sa) fue un signo de la aceptación del ultimátum de los Quraish. Fue una sutil indicación de Dios del anuncio de la guerra; tanto los musulmanes como los incrédulos lo comprendieron. Así, durante la consulta de Dārun-Nadwah, cuando un individuo propuso que el Santo Profeta (sa) fuera exiliado de La Meca, los jefes de los Quraish rechazaron esta propuesta basándose en que si Muḥammad (sa) abandonaba La Meca, los musulmanes aceptarían definitivamente su ultimátum y entrarían en el campo de batalla en oposición a ellos. Con ocasión del segundo Bai’at en ‘Aqabah, cuando la cuestión de la emigración del Santo Profeta (sa) surgió ante los Anṣār de Madīnah, inmediatamente dijeron: “Esto implica que debemos prepararnos para la guerra contra toda Arabia.” Cuando el Santo Profeta (sa) abandonó La Meca, lanzó una mirada apenada sobre los límites de La Meca y dijo:”¡Oh La Meca! Eras más querida para mí que todas las demás ciudades, pero tu gente no me ha permitido vivir aquí.” Ante esto, Ḥaḍrat Abū Bakr (ra) dijo: “Han exiliado al Mensajero de Dios. Ahora sí que serán Dios. Ahora sí que serán destruidos”.

En resumen, hasta que el Santo Profeta (sa) residió en La Meca, soportó todo tipo de tormentos, pero no tomó la espada contra los Quraish. La razón es que, en primer lugar, antes de tomar ninguna medida contra los Quraish, según la costumbre de Al’lāh, era necesario transmitir el mensaje divino de forma incontrovertible, y esto requería un respiro. En segundo lugar, era también el deseo de Dios que los musulmanes exhibieran un modelo de perdón y paciencia hasta ese límite final en el que, a partir de entonces, permanecer en silencio equivalía al suicidio, lo que no puede ser considerado una acción encomiable por ningún individuo sensato. En tercer lugar, los Quraish dirigían una especie de gobierno democrático en La Meca y el Santo Profeta (sa) era uno de sus ciudadanos. Por lo tanto, la buena ciudadanía exigía que mientras el Santo Profeta (sa) permaneciera en La Meca, respetara la autoridad, y no permitiera nada que pudiera perturbar la paz, y cuando el asunto sobrepasara el límite del perdón, emigrara de allí. En cuarto lugar, también era necesario que hasta que su pueblo mereciera el castigo debido a sus acciones en la estimación de Dios, y hasta que no llegara el momento de destruirlos, el Santo Profeta (sa) viviera entre ellos, y cuando llegara el momento, emigrara de allí. La razón es que, según la costumbre de Al’lāh, hasta que un Profeta de Dios permanece entre su pueblo, éste no es golpeado por un castigo que lo destruiría. Cuando un castigo destructivo es inminente, se ordena al Profeta que abandone ese lugar. Debido a estas razones, la migración del Santo Profeta (sa) poseía indicaciones distintivas dentro de él, pero es desafortunado que esta gente malhechora no las reconociera, y continuara creciendo en su tiranía y opresión. Porque si los Quraish se hubieran abstenido incluso ahora, y se hubieran abstenido de emplear un curso de compulsión en la religión, y hubieran permitido a los musulmanes vivir una vida de paz, entonces Dios es el Más Misericordioso de los Misericordiosos, y Su Mensajero también era Raḥmatullil-‘Ālamīn. De hecho, incluso entonces habrían sido perdonados. Sin embargo, las escrituras del decreto divino debían cumplirse. La migración del Santo Profeta (sa) sirvió de combustible al fuego de la enemistad de los Quraish y se levantaron con un fervor y un alboroto aún mayores que antes, para borrar el Islam.

Además de infligir persecución y tiranía a los pobres y débiles musulmanes, que hasta ahora seguían en La Meca, la primera empresa de los Quraish, en cuanto se enteraron de que el Santo Profeta (sa) había abandonado La Meca, fue que se dispusieron a perseguirlo. Exploraron cada centímetro del Valle de La Meca, en busca del Santo Profeta (sa) e incluso llegaron a la boca de la cueva de Thaur. Sin embargo, Al’lāh el Exaltado ayudó al Santo Profeta (sa) y puso tal velo sobre los ojos de los Quraish, que después de haber llegado al mismo lugar de destino, regresaron frustrados y sin éxito. Cuando se decepcionaron en esta búsqueda, hicieron un anuncio público de que cualquier individuo que trajera de vuelta a Muḥammad (sa) -vivo o muerto- recibiría una recompensa de cien camellos, lo que equivale aproximadamente a 20,000 rupias en la moneda actual.’

Su Santidad (aba) explicó que ese era el valor en la época en que Hazrat Mirza Bashir Ahmad (ra) escribió este libro. Hoy, eso equivaldría a decenas de millones de libras.

Amenazas de los Quraish contra los musulmanes

Su Santidad (aba) continuó citando: ‘Muchos jóvenes de las diversas tribus de los Quraish partieron en todas direcciones en busca del Santo Profeta (sa), codiciosos de la recompensa. Como tal, la persecución de Surāqah bin Mālik, que ya se ha mencionado en el Volumen I de este libro, fue también resultado de este anuncio de recompensa. Sin embargo, a los Quraish también se les hizo afrontar el fracaso en este plan. Si uno contempla, para que estalle la guerra entre dos naciones, incluso esta única razón es suficiente, en que una recompensa de esta naturaleza se establece para el Amo y Líder de la otra. En cualquier caso, cuando este plan tampoco tuvo éxito y los Quraish se enteraron de que el Santo Profeta (sa) había llegado sano y salvo a Medina, como se ha mencionado anteriormente, los jefes de los Quraish enviaron una carta terriblemente amenazadora al jefe principal de Medina, ‘Abdul’lāh bin Ubayy bin Sulūl, y a sus compañeros:

“Has dado protección a un individuo nuestro (es decir, Muḥammad (sa)), y juramos en nombre de Al’lāh que le abandonarás y le declararás la guerra, o como mínimo, le exiliarás de tu ciudad. Si no, reuniremos con toda seguridad a todo nuestro ejército y te atacaremos; y mataremos a tus hombres y tomaremos a tus mujeres en nuestro poder, haciéndolas lícitas para nosotros.”

La ansiedad que pudo haberse apoderado del pobre Muhāyirīn debido a esta carta es evidente, pero un temblor de miedo también se apoderó del Anṣār. Cuando el Santo Profeta (sa) recibió noticias de esto, se dirigió al propio ‘Abdul’lāh bin Ubayy. El Santo Profeta (sa) razonó con él y lo calmó diciéndole: “Tu propia parentela está conmigo, ¿lucharás contra tus propios seres queridos?”. Fue en esos días cuando Sa’d bin Mu’ādh (ra), jefe de la tribu Aus, llegó a La Meca con el propósito de realizar la ‘Umrah. Al verle, los ojos de Abū Yahl se hartaron de sangre de rabia y dijo furiosamente: “Le has dado (que Dios no lo permita) protección a ese renegado (Muḥammad (sa)). ¿Creen que serán capaces de protegerlo…?”. En esta época, los Quraish estaban tan preocupados en desarraigar el Islām que cuando Walīd bin Mughīrah, un jefe de La Meca estaba a punto de morir, comenzó a llorar impotente. La gente le preguntó por su sufrimiento, a lo que él respondió: “Temo, no sea que la religión de Muḥammad (sa) se extienda después de mi muerte.” Los líderes de los Quraish respondieron diciendo: “No te preocupes, te garantizamos que no permitiremos que su religión se extienda.” Todos estos casos son posteriores a la migración, cuando el Santo Profeta (sa) había abandonado La Meca, angustiado por la persecución de los Quraish, y se podía pensar que los Quraish dejarían a los musulmanes en su estado. Esto no fue todo, más bien, cuando los Quraish se dieron cuenta de que las tribus Aus y Khazray se negaban a abandonar su protección del Santo Profeta (sa), y se temió que el Islām echara raíces en Medina, recorrieron las otras tribus de Arabia y comenzaron a incitarlas contra los musulmanes. Puesto que los Quraish gozaban de una clara influencia sobre las demás tribus de Arabia, debido a su custodia de la Ka’bah, por esta razón, por instigación de los Quraish, muchas tribus se habían convertido en enemigos mortales de los musulmanes. El estado de Medina era como si hubiera sido rodeada por un fuego voraz. Ya se ha mencionado la siguiente narración:

Ubayy bin Ka’b (ra), que formaba parte de los Compañeros distinguidos, narra: ‘Cuando el Santo Profeta (sa) y sus Compañeros emigraron a Medina, y el Anṣār les dio protección, a su vez toda Arabia se levantó colectivamente contra los musulmanes. En aquella época, los musulmanes ni siquiera se quitaban las armas por la noche y durante el día andaban armados por si se producía un ataque repentino. Se decían unos a otros que a ver si vivimos hasta el momento en que podamos dormir en paz por la noche sin más temor que el temor de Dios'”.

El estado del propio Jefe de la Humanidad era ese:

“Al principio, cuando el Santo Profeta (sa) llegó a Medina, a menudo permanecía despierto durante la noche por temor a un ataque enemigo.”

Con respecto a la misma época, el Sagrado Qur’ān afirma:

Y acordaos de cuando erais muy pocos y considerados débiles en la tierra, y temíais que las gentes os exterminaran, pero Él os protegió y fortaleció con Su ayuda, y os proporcionó cosas buenas para que fueseis agradecidos.

Este era el estado de las amenazas externas e, incluso en Medina, el estado era que hasta ahora, un segmento sustancial de entre las tribus Aus y Khazray se mantenía firme en el politeísmo. Aunque aparentemente estaban con sus hermanos y afines, pero en tales circunstancias, ¿cómo se podía confiar en un politeísta? En segundo lugar, estaban los hipócritas, que al principio habían aceptado el Islām, pero en secreto eran enemigos del Islām, y su presencia en Medina planteaba posibilidades amenazadoras. En tercer lugar, estaban los judíos, con quienes aunque había un tratado, pero para estos judíos el valor de este tratado no era nada. Por lo tanto, de esta manera, había tales elementos presentes incluso en Medina misma, que eran nada menos que un almacén de munición oculta contra los musulmanes. Una pequeña chispa de las tribus árabes era suficiente para prender fuego a esta munición y destruir a los musulmanes de Medina con una sola explosión. En este momento vulnerable, que era tal que nunca antes había amanecido un momento más crítico para los musulmanes, se envió la revelación divina al Santo Profeta (sa), de que ahora también debía tomar la espada en oposición a estos incrédulos, que habían entrado en el campo de batalla contra él, espada en mano, puramente por la vía de la injusticia y la tiranía. De este modo, se anunció el Yihād por la espada”‘. (La Vida y el Carácter del Sello de los Profetas Vol II pp. 54-60)

La Primera Vez que se Permitió la Yihad de la Espada

Su Santidad (aba) dijo que según la investigación de Hazrat Mirza Bashir Ahmad (ra), el primer verso relativo a la Yihad con la espada revelado al Santo Profeta (sa) fue en 12 Safar 2 DH. También está registrado en algunas narraciones que este versículo fue revelado en el momento de la migración, ya que el Santo Profeta (sa) había comenzado a enviar enviados para la protección de Medina contra amenazas reales. En cualquier caso, esta fue la primera vez que el Santo Profeta (sa) recibió permiso de Dios para tomar la espada en defensa contra las viles injusticias y crueldades que se le estaban infligiendo. El versículo coránico revelado a este respecto fue:

Se da permiso para combatir a quienes son combatidos, porque han sido perjudicados – y Al-lah tiene en verdad poder para ayudarles – Quienes fueron expulsados injustamente de sus hogares sólo por haber dicho: “Nuestro Señor es Al-lah” – y si Al-lah no hubiera permitido a los hombres defenderse contra la actuación injusta de los demás, ciertamente habrían sido destruidos monasterios e iglesias, sinagogas y mezquitas, en las que se conmemora frecuentemente el nombre de Al-lah. Mas Al-lah ayudará en verdad a quien Le ayude. Al-lah es ciertamente Fuerte, Poderoso -.

Su Santidad (aba) dijo que no sólo era para la protección de los musulmanes, sino que al nombrar los lugares de culto de otras religiones, este versículo protege también los derechos y libertades de otras religiones.

Cuatro estrategias desplegadas durante las hostilidades contra los musulmanes

Su Santidad (aba) además citó a Hazrat Mirza Bashir Ahmad (ra) quien escribe las cuatro estrategias iniciales utilizadas por el Santo Profeta (sa):

PRIMERO: El Santo Profeta (sa) comenzó a viajar a las tribus cercanas y a establecer tratados de paz con ellas, para que la región de los alrededores de Medina quedara libre de amenazas. En este sentido, el Santo Profeta (sa) prestó especial atención a aquellas tribus que estaban situadas cerca de la ruta comercial siria de los Quraish. Como cada individuo puede deducir, fueron estas tribus en particular, de las que los Quraish de La Meca podrían haber obtenido más beneficios contra los musulmanes y cuya enemistad podría haber resultado en graves amenazas para los musulmanes.

SEGUNDO: El Santo Profeta (sa) comenzó a enviar pequeñas compañías con el fin de obtener inteligencia en diferentes direcciones de Medina, por lo que fue capaz de mantenerse informado de los movimientos de los Quraish y sus aliados; y los Quraish también entendieron que los musulmanes no eran ajenos, por lo que de esta manera, Medina podría ser salvaguardada de los peligros de ataques repentinos.

TERCERO: Otra sabiduría en el envío de estas partidas fue para que los musulmanes débiles y pobres de La Meca y sus alrededores pudieran encontrar una oportunidad por estos medios, para unirse a los musulmanes de Medina. Hasta ahora, había mucha gente en la región de La Meca que eran musulmanes de corazón, pero no podían profesar públicamente su creencia en el Islām debido a las crueldades de los Quraish. Además, debido a su pobreza y debilidad, tampoco podían emigrar, porque los Quraish les impedían por la fuerza emigrar…

CUARTA: La cuarta estrategia empleada por el Santo Profeta (sa) fue que comenzó a interceptar las caravanas comerciales de los Quraish que viajaban de La Meca a Siria pasando por Medina en el camino. La razón era que, en primer lugar, estas caravanas encenderían un fuego de enemistad contra los musulmanes dondequiera que viajaran. Es obvio que sembrar la semilla de la enemistad en los alrededores de Medina era extremadamente peligroso para los musulmanes. En segundo lugar, estas caravanas siempre iban armadas y todo el mundo puede apreciar que el hecho de que pasaran tan cerca de Medina no estaba exento de peligro. En tercer lugar, el sustento de los Quraish dependía principalmente del comercio. Por lo tanto, en estas circunstancias, el medio más definitivo y eficaz para someter a los Quraish, poner fin a sus crueldades y presionarles para que se reconciliaran, era obstruir su ruta comercial. Así pues, la historia atestigua que entre los factores que finalmente obligaron a los Quraish a inclinarse por la reconciliación, la intercepción de estas caravanas comerciales desempeñó un papel extremadamente crucial. Por lo tanto, se trató de una estrategia extremadamente sabia, que dio sus frutos en el momento oportuno. En cuarto lugar, los ingresos de estas caravanas de los Quraish se gastaron en su mayor parte en esfuerzos para eliminar el Islām. Más bien, algunas caravanas fueron incluso enviadas con el único propósito de que todo su beneficio pudiera ser utilizado contra los musulmanes. En este caso, todo individuo puede comprender que la interceptación de estas caravanas, era por derecho propio, un motivo absolutamente legítimo.’

Su Santidad (aba) dijo que este tema continuaría en futuros sermones.

Oraciones fúnebres

Su Santidad (aba) dijo que dirigiría las oraciones fúnebres de los siguientes miembros fallecidos:

Khawaja Muniruddin Qamar

Khawaja Muniruddin Qamar, del Reino Unido, fallecido el 27 de mayo de 2023. Era nieto de un Compañero del Mesías Prometido (as). De hecho, el Mesías Prometido (as) también vio a su padre cuando era muy joven. Su padre fue el primer Presidente central de Majlis Juddamul Ahmadía (Asociación de Jóvenes Musulmanes Ahmadies). Khawaja Muniruddin Qamar tuvo el honor de pronunciar el Adhan (llamada a la oración) en la Mezquita Fazl del Reino Unido durante la época del Cuarto Califa. También fue Presidente de la sección local de la Mezquita Fazl y de Putney. Tras jubilarse, dedicó su vida al servicio del Islam y desempeñó diversos cargos. Asistió al trabajo en la oficina hasta un día antes de su fallecimiento. Poseía muchas grandes y virtuosas cualidades. Le sobreviven su esposa, dos hijos y dos hijas. También era tío materno del Presidente Nacional de la Comunidad Musulmana Ahmadía del Reino Unido. Su Santidad (aba) rezó para que Al’lah el Todopoderoso le conceda el perdón y la misericordia y eleve su posición.

Dr. Mirza Mubashar Ahmad

El Dr. Mirza Mubashar Ahmad era nieto del Segundo Califa (ra). Tras sus estudios en Pakistán, trabajó durante algún tiempo en Rabwah, tras lo cual viajó a Londres para estudiar en el Real Colegio de Cirujanos de Edimburgo. Había dedicado su vida al servicio del Islam, por lo que regresó a Pakistán, donde trabajó en el Hospital Fazle Umar durante unos 50 años. También fue nombrado miembro de la Junta de Waqf-e-Yadid por el Cuarto Califa (rh), cargo en el que permaneció hasta su fallecimiento. Siempre atendió y cuidó a sus familiares. También tuvo la oportunidad de servir y tratar a los ancianos de su familia, además de tratar a otros menos afortunados. También prestó ayuda financiera para que las niñas obtuvieran una educación e incluso ayudó a financiar sus bodas. Tenía una profunda relación con los califas. No sólo estuvo relacionado con los Califas durante su vida, sino que siempre mostró un gran respeto y honor por ellos. Su Santidad (aba) dijo que a pesar de ser mayor en edad, el Dr. Mirza Mubashar Ahmad siempre le trató con gran respeto. Durante su última enfermedad, el Cuarto Califa (rd) preguntó por el Dr. Mirza Mubashar Ahmad, que viajó inmediatamente para estar con él y permaneció a su lado hasta su fallecimiento. A menudo viajaba para ayudar a tratar al Cuarto Califa (rh) durante un periodo de enfermedad. Se dice que incluso los no ahmadíes y los opositores a la Comunidad Musulmana Ahmadía le visitaban en secreto para recibir tratamiento. Había una pequeña cuchara que el Mesías Prometido (as) utilizaba para tomar la medicina durante su enfermedad. Esta misma cuchara llegó a manos del Dr. Mirza Mubashar Ahmad, que a veces la utilizaba para bendecir a algunos de sus pacientes. Su ausencia ha sido muy sentida por todos, tanto por los ahmadíes como por los no ahmadíes, así como por el personal del hospital, entre muchos otros. Muchas personas escribieron a Su Santidad (aba) sobre las grandes relaciones que mantenía con todos. Su Santidad (aba) dijo que aquellos que son felicitados después de su muerte están destinados al Cielo. Su Santidad (aba) rezó para que esto se cumpliera en el caso del Dr. Mirza Mubashar Ahmad. Su Santidad (aba) rezó para que Al’lah el Todopoderoso le conceda el perdón y la misericordia y le otorgue un lugar entre Sus amados.

Syeda Amatul Basit

Syeda Amatul Basit, esposa de Syed Mahmood Ahmad Basit. Era hija de Syed Abdul Razzaq Shah y sobrina de Hazrat Umm Tahir. Rezaba con regularidad, incluido el Tahayud (oración voluntaria antes del amanecer). Siempre estuvo al frente de la ayuda a los pobres. Le sobreviven su marido, un hijo y dos hijas. Era querida por todos y sentía un profundo amor por el califato. Nunca expresó su propio dolor, sino que se centró en servir a los pobres y a la humanidad, ya fuera sirviéndoles físicamente, rezando por ellos o dando limosna. Era muy rezadora y tenía una fuerte conexión con Dios. Su Santidad (aba) rezó para que Al’lah le conceda el perdón y la misericordia, eleve su posición y permita a sus hijos continuar el legado de sus virtudes.

Sharif Ahmad Bandesha

Sharif Ahmad Bandesha de Faisalabad, Pakistán. Su hijo, Rahmatul’lah Bandesha, es misionero. Fue Presidente de la Comunidad de su pueblo durante mucho tiempo. Poseía muchas grandes cualidades. Tenía un alto nivel de oración, servía a los pobres y mantenía buenas relaciones con su familia y con todos los demás. Le sobreviven cinco hijos y tres hijas. Su Santidad (aba) rezó para que Al’lah el Todopoderoso le conceda el perdón y la misericordia, eleve su posición y permita a sus hijos continuar el legado de sus virtudes.

Resumen preparado por The Review of Religions

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