La vida del Santo Profeta (sa)
En el nombre de Al-lah, el Clemente, el Misericordioso
No hay digno de ser adorado excepto Al'lah, Muhammad es el Mensajero de Al'lah
Musulmanes que creen en el Mesías,
Hazrat Mirza Ghulam Ahmad Qadiani (as)
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La vida del Santo Profeta (sa)

Jalifa de la Comunidad Musulmana Ahmadía

Después de recitar el Tashahud, el Taawuz y la Sura Al-Fatihah, Su Santidad el Jalifa V del Mesías (aba) dijo:

Mientras hablaba de una expedición, estaba mencionando el martirio de Hazrat Jubaib (ra). Se han registrado más detalles en relación con esto de la siguiente manera. Se menciona que fue el primer Compañero que fue martirizado al ser colgado en un madero. Es decir, fue colgado como si fuera crucificado y martirizado. ‘Alamah Ibn Athir Jazari escribe que Hazrat Jubaib (ra) fue el primer Compañero crucificado por la causa de Dios Altísimo. En una narración, se afirma que los Quraish le dijeron a Hazrat Jubaib (ra): “Si abandonas el islam, te dejaremos en paz. Sin embargo, si no abandonáis [el islam], te mataremos”. Hazrat Jubaib (ra) respondió: “Ser asesinado por la causa de Dios es un asunto común”. Luego dijo: “¡Oh Al’lah! No hay nadie aquí que pueda transmitir mi Salam (saludo de paz) a Tu Mensajero (sa). Por lo tanto, oh Al’lah, Tu mismo le transmites mi Salam y le informas de lo que está sucediendo con nosotros aquí”. Hazrat Usama bin Zaid (ra) relata que un día, el Santo Profeta (sa) estaba sentado con sus Compañeros y su condición cambió igual que cuando recibía revelaciones. Le escuchamos decir: “¡Y que la paz, la misericordia y las bendiciones de Dios también sean con él!” Cuando acabó la revelación y su condición se normalizó, el Santo Profeta (sa) dijo: “Este era Gabriel, que me transmitía el Salam de Jubaib. Los Quraish le han matado”.

Hay una narración [que dice] que los Quraish llamaron a 40 hombres para presenciar el asesinato de Jubaib (ra), cuyos familiares fueron asesinados durante la Batalla de Badr. Cada uno de ellos recibió una lanza y les dijeron que esta era la persona, que mató a sus padres y ancianos. Con esto, comenzaron a perforar ligeramente Jubaib (ra) con sus lanzas y Hazrat Jubaib (ra) empezó a sentirse incómodo en la cruz. Luego se giró y miró en dirección a la Kaaba. Dijo: “Todas las alabanzas pertenecen a Al’lah, que ha girado mi rostro hacia Su Qibla [dirección hacia la Kaaba], que ha elegido para Sí mismo”. Después de esto, los idólatras mataron a Jubaib (ra). De esto, aprendemos que los idólatras primero atacaron a Hazrat Jubaib (ra) con sus lanzas, lo torturaron severamente y luego lo mataron.

De una narración en Bujari, aprendemos que cuando Hazrat Jubaib (ra) había terminado de leer sus pareados, Uqba bin Harith se acercó a él y mató a Hazrat Jubaib (ra). La denominación filial de Uqba bin Harith era Abu Sirwah. En algunas narraciones, se ha registrado que Abu Sirwah, Uqba bin Harith, todavía era joven en ese momento. Le dieron una lanza, pero fue Abu Maysara Abdari quien atacó [a Hazrat Jubaib (ra)]. En otras palabras, la lanza fue entregada a un niño, pero fue un hombre mayor quien lo atravesó con la lanza. Algunos estudiosos han mencionado a Abu Sirwah por separado y han dicho que Uqba bin Harith era su hermano.

Cuando Abu Maysara atacó [a Hazrat Jubaib (ra)], el ataque no fue fatal. Entonces, Abu Sirwah dio un paso adelante y lo mató. Más tarde, Uqba bin Harith, quien aceptó el islam durante la conquista de La Meca, dijo: “Todavía era joven cuando Abu Maysarah Abdari me entregó una lanza, pero él mató a Jubaib (ra) sosteniendo mi mano”.

En relación con esto, Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib (ra) escribe:

“Sin embargo, debido a la sentida enemistad de los Quraish, no cabía la posibilidad de que se albergaran emociones de misericordia y justicia. Por tanto, no habían pasado muchos días cuando la gente del Banu al-Hariz y otros jefes de Quraish llevaron a Jubaib (ra) a un campo abierto para ejecutarlo y celebrar su muerte. Cuando Jubaib (ra) percibió la fragancia del martirio, imploró a los Quraish que le permitieran la oportunidad de ofrecer dos rakat de Salat antes de su muerte. Los Quraish, que tal vez deseaban hacer que la adoración islámica fuera parte de este espectáculo, le otorgaron permiso. Jubaib (ra) ofreció dos rakat de Salat con gran atención y concentración. Después de completar su Salat, dijo a los Quraish: ‘Deseaba prolongar mi Salat aún más, pero entonces pensé que podríais suponer que estoy prolongando mi Salat con la intención de aplazar la muerte.’ Entonces, recitando las siguientes coplas, Jubaib (ra) se inclinó hacia delante y dijo:

[árabe]

“Si me martirizan por la causa del islam como musulmán, no me importa en qué flanco caeré después de ser martirizado, todo esto es por el bien de Dios; Y si mi Dios lo quiere, bendecirá cada una de todas mis extremidades cortadas”.

Las últimas palabras de estos pareados tal vez todavía estaban resonando de la lengua de Jubaib (ra) cuando Uqbah bin Harith dio un paso adelante y este amante del Santo Profeta (sa) dio su último suspiro. En otra narración, se narra que los Quraish colgaron a Jubaib (ra) de la rama de un árbol y luego le asesinaron al perforarlo repetidamente con lanzas”.

Hazrat Musleh Maud (ra) afirma a este respecto:

“Cuando estaba a punto de ser asesinado, Jubaib (ra) pidió permiso para ofrecer dos rakat de oración. Los Quraish le permitieron hacerlo y, por lo tanto, Jubaib (ra) realizó su último acto de adoración en este mundo delante de todos. Cuando completó su oración, dijo: “Deseé prolongar mi Salat aún más, pero lo terminé para que no penséis que lo hago por miedo a la muerte”. Luego inclinó la cabeza suavemente ante los asesinos y recitó los pareados:

[árabe]

“Si me martirizan por la causa del islam como musulmán, no me importa en qué flanco caeré después de ser martirizado, todo esto es por el bien de Dios; Y si mi Dios lo quiere, bendecirá cada una de todas mis extremidades cortadas”.

Jubaib (ra) aún no había completado estos pareados cuando la espada de Yalad se atravesó el cuello, haciendo que su cabeza cayera al suelo”.

Hazrat Abu Hurairah (RA) narra que Hazrat Jubaib (ra) fue la primera persona en establecer la práctica de ofrecer dos rakat voluntarios de oración antes de ser asesinado. ¿Cuál fue la oración (ra) de Hazrat Jubaib sobre sus enemigos y cuál fue el destino de estos enemigos como resultado de esta oración? Con respecto a esto, Alama Ibn Hajar al-Asqalani, el comentarista del Sahih Bujari, escribe en relación a la expedición de Rayi, a la vez que explica uno de los hadices que Jubaib (ra) en el momento de su martirio ofreció la siguiente súplica:

[árabe]

“Oh Al’lah, anota el número de estos enemigos para que Tu mismo puedas buscar venganza en mi nombre”, y en otra narración se incluyen las siguientes palabras adicionales:

[árabe]

“Y mata a cada uno de ellos uno por uno, y no dejes a uno solo con vida”.

Cuando Hazrat Jubaib (ra) estaba a punto de morir como mártir, ofreció esta súplica. Cuando un idólatra escuchó esta oración, (dicha por Jubaib):

[árabe]

“Oh Dios, anota el número de estos enemigos y mata a todos uno por uno”, se tumbó por miedo. Dicen que no pasó ni siquiera un año cuando -salvo la única persona que se tumbó- cada uno de los involucrados en el asesinato de Jubaib (ra) murieron.

Sin embargo, este punto no está realmente demostrado por ninguna fuente, es decir, que todos excepto la persona que se tumbó, murieron. Ciertamente, se puede decir que la mayoría de ellos fueron asesinados. O fueron asesinados o para cuando tuvo lugar la conquista de La Meca, la mayoría de ellos aceptaron el islam. Por lo tanto, la oración de Hazrat Jubaib (ra) fue aceptada de una manera gloriosa, ya que algunos ganaron el infierno para ellos mismos, mientras que el resto fueron guiados al islam.

Con respecto a esto, un historiador escribe que los incrédulos estaban asustados cuando escucharon esta oración de Jubaib (ra). Estaban convencidos de que la oración de Jubaib (ra) no sería en vano. Harith bin Barsah estaba allí cuando aún no se había hecho musulmán. Él relata: “Tan pronto como escuché la oración de Jubaib, estaba convencido de que ahora esta súplica no dejaría a ninguno de ellos vivo”.

Es por eso que después de escuchar esta súplica, los incrédulos presentes en ese momento pusieron sus dedos en sus oídos y huyeron. Algunos comenzaron a esconderse detrás de otros para salvarse de los efectos de la súplica, según su costumbre de esa época, y algunos de ellos comenzaron a esconderse entre los árboles, mientras que otros se tumbaron en el suelo. Creyeron que de esta manera permanecerían a salvo de su oración. Según su costumbre, se sabía que si alguien ora contra otro y aquel en contra de quien se ora se acuesta de lado, se anula el efecto de la súplica. Hazrat Mu’awiyyah bin Abi Sufyan narra  un incidente ocurrido antes de que él y su padre aceptaran el islam, de la siguiente manera: “Como hicieron otros, yo también fui a ese lugar con mi padre. Vi que mi padre se asustó tanto por la súplica de Khubaib (ra) que me tiró con gran fuerza al  suelo y caí de espaldas. Me lastimé tanto por la caída que durante mucho tiempo sufrí por el dolor”.

Hawaytib bin Abdil Uzzah, quien se hizo musulmán en el año de la victoria de La Meca, dice: “Tan pronto como escuché la súplica de Hazrat Khubaib (ra),   me tapé los oídos con los dedos y salí corriendo. Temía que su voz entrara en mis oídos”.

Hakeem bin Hizam narra que por miedo a la oración de Hazrat Khubaib (ra),  se escondía detrás de los árboles. Yubair bin Mutim dice: “No tuve fuerzas para escuchar la oración de Hazrat Khubaib (ra). Sentí miedo y comencé a esconderme detrás de otras personas”. Nofal bin Muawiyyah Daeli se hizo musulmán con  ocasion de la victoria de La Meca. Él dice: “Yo estaba presente el día que Khubaib hizo esta súplica. Estaba totalmente convencido de que debido a su oración ninguno de los presentes quedaría con vida. Yo estaba de pie pero me aterroricé debido a su oración y caí al suelo. Hubo un alboroto entre   los Quraish por  esta oración suya. El miedo a la oración de Khubaib (ra) persistió en sus reuniones durante un mes o incluso más, y comentaron varias cosas al respecto”.

Hay otra narración que dice que Sa’eed bin Amir también fue parte de esta reunión y  luego se hizo musulmán, y hasta la época del Jalifato de Hazrat Umar (ra), su estado [emocional] era tal que cada vez que recordaba el incidente de Hazrat Khubaib (ra), perdía el conocimiento. Respecto a Sa’eed bin Amir, que acaba de ser mencionado, se dice que durante el Jalifato de Hazrat Umar (ra), él lo nombró gobernador en un área de Siria, y en algunas ocasiones, él [Sa’eed bin Amir (ra) )] repentinamente perdía el conocimiento cuando estaba con  gente. Algunas personas se quejaron ante Hazrat Umar (ra) de que la persona que has nombrado sobre nosotros estaba enferma. Una vez, cuando fue a encontrarse con Hazrat Umar (ra), él le preguntó: “Oh Sa’id, ¿estás enfermo?” Ante esto, Sa’id dijo: “¡Oh líder de los creyentes! No tengo ninguna enfermedad. Es sólo que cuando Hazrat Khubaib (ra) fue asesinado, yo estaba entre los que se encontraban presentes. Y ahora, cada vez que recuerdo esa oración de Hazrat Khubaib (ra), pierdo el conocimiento por el miedo”.

Se menciona que el Santo Profeta (sa) envió un grupo para retirar el cuerpo de Hazrat Khubaib (ra) de la cruz. Se afirma en la narración que los Quraish colocaron 40 hombres para la protección de la crucifixión,  bien para que el cuerpo permaneciera  crucificado y se descompusiera allí, o tal vez para vengarse. Sin embargo, el Santo Profeta (sa) envió a Hazrat Miqdad (ra) y a Hazrat Zubair bin Al-Awwam (ra) hacia La Meca para retirar el cuerpo de Hazrat Khubaib (ra) de la cruz. El Santo Profeta (sa) tuvo conocimiento de esto. Quizás Dios Altisimo le había informado de ello. Sin embargo, según una narración, el Santo Profeta (sa) dijo: “¿Quién de vosotros irá y quitará a Khubaib de la cruz? Para él, existe el paraíso”. Hazrat Zubair bin Al-Awwam (ra) dijo: “¡Oh Mensajero (sa) de Dios! Mi compañero Miqdad bin Aswad y yo lo haremos”. Cuando ambos llegaron al lugar donde estaba colgado su cuerpo, encontraron allí a 40 hombres, pero todos dormían profundamente. Ambos descolgaron  a Hazrat Khubaib (ra);  este incidente tuvo lugar 40 días después del martirio de Hazrat Khubaib (ra). Hazrat Zubair (ra) colocó el cuerpo de Hazrat Khubaib (ra) en su caballo y ambos partieron. Cuando los incrédulos descubrieron  que Hazrat Khubaib (ra) había desaparecido, transmitieron esta información a los Quraish, después de lo cual 70 jinetes partieron. Y se unieron  más personas para perseguirlos. Luego, cuando los miembros de los Quraish se acercaron a estos compañeros, Hazrat Zubair (ra) colocó el cuerpo de Hazrat Khubaib (ra) en el suelo,  abrió el turbante de su cabeza y dijo: “Yo soy Zubair bin Al-Awwam, y este es mi compañero, Miqdad bin Aswad. Ambos somos leones valientes que hemos dejado atrás a nuestros hijos.

Si lo deseáis os recibiremos con nuestras flechas, o si lo deseáis os atacaremos, o si lo deseáis podéis marcharos de aquí”. Al oír esto, los idólatras dieron media vuelta y se fueron. Posteriormente, Hazrat Zubair (ra) buscó el cuerpo de Hazrat Khubaib (ra), pero no lo vio   por ningún lado, como si se lo hubiera tragado  la tierra. Debido a esto se le dio el título:

[Arabe]

Es decir, aquel que es consumido por la tierra. Las narraciones que mencionan la desaparición del cuerpo de esta manera parecen bastante extrañas. Sin embargo, hay una narración que mencionaré más adelante sobre cómo desapareció el cuerpo que parece ser correcta. Sin embargo, con respecto a los ángeles que se sienten orgullosos de Hazrat Zubair (ra) y Hazrat Miqdad (ra), está escrito que después de este [incidente], cuando Hazrat Zubair (ra) y Hazrat Miqdad (ra) llegaron a Medina y fueron al Santo Profeta (sa), en el momento en que Gabriel (as) estaba sentado con el Santo Profeta (sa). Gabriel (as) le dijo al Santo Profeta (sa), “¡Oh Muhammad (sa)! Incluso los ángeles están orgullosos de estos dos compañeros tuyos”.

En los libros de historia se menciona que fue enviado otro grupo para recuperar el cuerpo de Hazrat Khubaib (ra). Según esta narración, el Santo Profeta (sa) envió a Hazrat Amr bin Umayyah (ra) hacia los Quraish en una misión de exploración. Él narra: “Llegué al área donde Hazrat Khubaib (ra) había sido crucificado. Dudaba debido a otros espías. Subí a la cruz, solté el cuerpo de Hazrat Khubaib (ra), y  cayó al suelo. Por un corto tiempo permanecí escondido. Escuché un ruido detrás de mí, y cuando miré a mi alrededor, no pude ver el cuerpo de Hazrat Khubaib (ra) por ninguna parte. Fue como si la tierra se lo hubiera tragado. Hasta hoy no hay rastro de ello”. Incluso en este relato parece haber cierta exageración. Sin embargo, hay narraciones como esta mencionadas en libros de historia. Según otra narración, Hazrat Yabbar bin Sakhr Ansari (ra) fue enviado junto con Hazrat Amr bin Umayyah al-Damri (ra). Cuando  los Quraish  designados para proteger el cuerpo persiguió a estos dos, Hazrat Yabbar (ra) arrojó el cuerpo a un río. De esta manera, Dios Altísimo protegió el cuerpo de Hazrat Khubaib (ra) de las manos de los incrédulos.

Sin embargo, como he mencionado, hay diferentes narraciones sobre este incidente y esta es la narración que parece más precisa. Mientras los perseguían, Hazrat Yabbar (ra) arrojó el cuerpo a un río y la corriente del río se lo llevó. Y ocurre que el rápido caudal del río puede arrastrar un cuerpo. Sin embargo, existen diferentes narraciones al respecto. De todos modos, Dios no permitió que su cuerpo quedara en manos del enemigo y se dice que la tierra tragó   sus restos mortales. Por esta razón se se conoce como

[Arabe]

es decir, aquel cuyo cuerpo desaparece bajo la tierra. Los no creyentes no pudieron llevar a cabo sus planes, y de este modo, Dios Altísimo salvo sus restos mortales de la profanación. Dios Altísimo salva a Sus queridos de este modo también y hay muchos más ejemplos de como Él protegió los cuerpos de los demás. En un sermón anterior narré la historia de como un cuerpo fue protegido por avispones y abejas y así se evitó la profanación.

Se trata de personas que querían a Dios Altísimo y se sacrificaron por Su amor.  A cambio, Dios Altísimo les concedió gran honor y protegió sus cuerpos después de su muerte.  Los relatos sobre esta expedición terminan aquí.

Últimamente estoy recordando a la Comunidad constantemente sobre las oraciones.  Rezen especialmente por los Palestinos porque la situación a superado todos los limites. El gobierno de EE.UU. dijo hace poco que la invasión de Rafa suponían para ellos una linea roja, ahora dicen que no es así y nadie sabe ya cuales son sus criterios.  ¿Cuantas personas más deben morir antes de que entren en acción? Que Dios Altísimo proteja el mundo de estos opresores y que proteja a los Palestinos inocentes de sus acciones.

Al mismo tiempo, recen por el pueblo del Sudan donde los autoridades matan a su propia gente y musulmanes están matando a musulmanes. Que Dios Altísimo les conceda la capacidad de comprensión para que puedan evitar la ira de Dios Altísimo y, como musulmanes puedan de verdad seguir los mandamientos de Dios Altísimo.

Rezad para los áhmadis encarcelados en Yemen para que Dios Altísimo facilite su puesta en libertad. Rezad también por los áhmadis en Pakistán porque la situación allí permanece inestable.  Ahora que se acerca la fecha de Eid, los clérigos incrementan sus esfuerzos en contra de la Comunidad. Que Dios Altísimo proteja los áhmadis de todo tipo de maldad y les conceda lo necesario para conseguir la libertad de los áhmadis que han sido encarcelados.

Después de las plegarias de viernes de hoy, voy a dirigir una oración fúnebre en ausencia.  La primera es para nuestro misionero Chaudhry Munir Ahmad Sahib, que trabajaba como director de la estación de comunicación terrestre de la MTA International en EEUU. Falleció recientemente a la edad de 73 años.

[árabe]

En verdad a Al’lah pertenecemos y Él es el retorno.

El Ahmadíat entró en su familia a través de su abuelo maternal, Hazrat Maulvi Fazl Din Sahib (ra), cuyo nombre aparece segundo en la lista de los 313 compañeros del Mesías Prometido (as). Chaudry Munir Sahib se graduó en Yamia Ahmadía (Rabwah) en 1978 después de aprobar el examen Shahid.  Posteriormente, trabajó como misionero en varios lugares en Pakistán. Luego desempeñó el cargo de Motamid de Judam-ul-Ahmadía Markaziyyah. En 1981 le mandaron a los EE.UU. donde trabajó hasta 1990 y luego volvió a Pakistán. De nuevo, le mandaron a los EEUU en 1994 donde trabajó hasta el final de su vida. Tuvo un papel extraordinario en establecer la estación de comunicación terrestre de MTA en EE.UU.  Al principio, consistía en un pequeño estudio para la transmisión, luego creció y llegó a ser un departamento independiente que cubría Norte América y América del Sur y le nombré director de este departamento de la MTA.  Era muy trabajador y minucioso.  No tenía formación ni títulos académicos en este campo, pero a través de su pasión par este trabajo adquirió los conocimientos técnicos necesarios y dirigió la estación de comunicación terrestre de una manera ejemplar y consiguió grandes avances tecnológicos.

Deja atrás a su mujer, un hijo y dos hijas.  Sus hijos dicen que siempre confiaba en Dios el Altísimo y solía llamar la atención hacía las plegarias en tiempos difíciles.  Solía decir que debemos utilizar los medios disponibles y luego dejar el asunto en las manos de Dios. Destacó mucho por su hospitalidad. Siempre estaba dispuesto a abrir la puerta de su casa para alojar invitados.  Siempre aconsejaba a sus hijos a mantener una relación firme con el Jalifato. Se empleaba a fondo en todo su trabajo para la MTA.  De hecho sus hijos relatan que durante un periodo prolongado estaba enfermo y tuvo que estar muchas veces ingresado, sin embargo no dejó de trabajar, incluso desde el hospital. Como persona que había dedicado su vida,desempeñó sus responsabilidades de manera ejemplar. Mirza Maghfoor Ahmad Sahib, presidente de la Comunidad de los EE.UU. escribe: “no solo puso todo su empeño con gran esfuerzo para mejorar su departamento, sino que estaba siempre dispuesto de dar tiempo a los demás para compartir sus conocimientos para otros proyectos de la Comunidad. En ciertos proyectos de la Comunidad me ayudó con mucho gusto y con gran dedicación. Si en algún momento encontró información que podría beneficiar a la Comunidad, siempre se puso en contacto con la administración para comunicárselo. En su trabajo y sus acciones era evidente su total cooperación con el sistema de la Comunidad. Era muy devoto y obediente a la institución de Jalifato y estaba siempre dispuesto a entender y llevar a la practica las instrucciones del actual Jalifa.”  Dice también: “Observé que siempre se esforzaba al máximo para cumplir con los deseos y expectaciones del Jalifatul Masih.”

El Amir de la Comunidad de Burkina Faso, que también es familiar suyo dice: “Ocurrió un incidente en su niñez. Solo tenía unos meses de edad cuando cayó gravemente enfermo y todo indicaba que había llegado los últimos momentos de su vida.  En aquel momento vivía cerca Maulana Ghulam Rasool Rajeiky.  En este estado grave, su madre muy preocupada, le llevó al Maulvi Sahib y llorando puso el bebé en su regazo diciendo: “¡Maulvi Sahib! Esta al punto de morir.” Maulvi Sahib levantó al niño y dijo: “Se pondrá bien y deberías dedicar su vida al servicio del Islam.” De esta forma, dedico su vida al servicio de la fe desde una edad muy temprana.  Su madre juró que dedicaría a su vida. Él mismo solía decir que Mir Sahib le aconsejaba la recitación de Surah Al-Fatihah durante la asamblea escolar porque no destacaba en sus estudios, por lo tanto solía recitar este capítulo a menudo.

Casi todas las personas que me han escrito sobre él han destacado las mismas características.  Shamshad Nasir Sahib, un misionero, escribe: “Siempre obedecía a raja tabla todas las instrucciones del Jalifa. A pesar de estar enfermo durante mucho tiempo, nunca se lo contó a los demás y disimulaba cuando sufría molestias. Siempre estaba enfocado sobre su trabajo a lo cual se dedicaba con gran energía.  Poseía una amplia gama de habilidades y destrezas.  Estudiaba todo con minuciosidad y solía aconsejar otros misioneros. Tenía una gran capacidad como gestor y era muy bondadoso con sus compañeros de trabajo. Era un anfitrión excelente. (No solo sus hijos atestiguan a esto sino otros han comentado esta característica) Todo el mundo recuerda como solía saludar a los demás con una sonrisa. Tenía un carácter relajado y tranquilo, pero era muy trabajador. Dios Altísimo le bendijo con una mente extraordinariamente dotada. Era un misionero, pero cuando Hazrat Jalifatul Masih IV (rh) le asignó a la estación terrestre de MTA, investigó todo a conciencia y como consecuencia fue capaz de conseguir nuevos y grandes éxitos.

Cuando comenzamos los trámites para instalar una nueve antena parabólica para emitir programas en todo América, tuvimos que obtener permiso del departamento indicado. Vino un inspector pero denegó el permiso y se negó a firmar el documento. Él (Chaudhry Munir Sahib) me escribió sobre el tema. Yo le dije que debería seguir con sus esfuerzos y Dios Altísimo le ayudaría. Después de un tiempo vino otro inspector cuyo país de origen era Ghana. Cuando oyó el nombre de nuestra comunidad dijo que había estudiado en un colegio que pertenecía a la Comunidad Ahmadía. De inmediato firmó el documento y aprobó nuestra solicitud. Esto fue un ejemplo del apoyo excepcional de Dios Altísimo. Gracias a sus esfuerzos y oraciones, Dios Altísimo facilitó esta tarea.

Laiq Mushtaq Sahib, misionero en Surinam, escribe: «Recorrió varios países de Sudamérica y adquirió información sobre la MTA. Permaneció tres días en Surinam y dijo: ‘He sido enviado aquí por el Jalifa de la época con un propósito concreto. Sólo llevaré a cabo esta tarea y, por ello, no participaré en ninguna excursión recreativa». Así, dedicó todo su tiempo a probar la emisión de la MTA, visitar hogares, animar a los miembros a beneficiarse de la MTA y resolver los problemas que los jóvenes encontraban mientras recibían la emisión de la MTA. Me contó que una vez, un misionero se quejó ante él. (Algunos misioneros expresan tales quejas, incluso ahora). Se quejó diciendo: ‘Nos hacen estudiar en Yamia durante siete años, y ahora nos hacen trabajar en una oficina’. Chaudhry Munir Sahib dijo que él le contestó, diciendo: ‘El Jalifa de la época sabe mejor qué servicio se necesita de quién. Yo también soy un misionero, sin embargo, bajo la instrucción del Jalifa de la época, he estado trabajando en la estación de comunicación terrestre durante los últimos 15 años. Tengo un martillo y herramientas en las manos, y también me dedico al trabajo técnico. Si el Jalifa de la época me dijera que barriera las calles, lo haría de todo corazón y me consideraría un barrendero’.

Hazrat Musleh Maud (ra) dijo una vez que llegaría un momento en que los misioneros tendrían que ser asignados a trabajo en oficinas en lugar de otro personal administrativo. Así pues, todo misionero debe abstenerse de pensar en la naturaleza del trabajo que se le pide. Se les puede pedir que hagan cualquier tipo de trabajo. Es bueno que hayan estudiado en Yamia y hayan adquirido conocimientos religiosos. Deben seguir poniendo en práctica esos conocimientos religiosos.

Ghalib Khan, director de los estudios MTA en Estados Unidos, escribe: «Se esforzaba por realizar todas las tareas él mismo. Llevaba un registro de todo, incluidos los horarios del personal, vigilaba el lugar y mantenía él mismo su limpieza. Siempre se centraba en cómo podía mejorar continuamente la gestión. También trataba con amabilidad a sus compañeros de trabajo. Era un excelente gestor, y tenía una firme determinación y convicción».

Mirza Muhammad Afzal Sahib escribe: “Le conocí a lo largo de 56 años. Vinimos juntos a Estados Unidos. Estaba totalmente entregado al Jalifato. En 1974 también fue encarcelado. Estaba lleno de sinceridad y devoción. Prestaba servicio con amor y pasión. Era muy organizado en su trabajo. Nunca se negaba a participar en un trabajo de cualquier naturaleza. Siempre me pareció un verdadero ayudante y servidor del Jalifato”.

Zafar Sarwar Sahib también dice que cuando comenzó la transmisión desde la estación de comunicación terrestre en EE.UU., pidió a Hazrat Jalifatul Masih IV (rh) que se nombrara a un ingeniero para el trabajo técnico. Hazrat Jalifatul Masih IV (rh) dijo que debería intentar convertirse él mismo en ingeniero. Así, aprendió a hacer el trabajo él mismo y adquirió pericia, y llevó a cabo todo el trabajo con mucha confianza. Sirvió en la MTA durante 29 años a pesar de padecer una afección cardiaca durante todo este tiempo. Gracias a sus esfuerzos, se pueden ver programas de la MTA con facilidad en Norteamérica y Sudamérica.

El Dr. Hameed-ul-Rehman Sahib, de Los Ángeles (EEUU), escribe que en 1993 fue enviado a Los Ángeles y les ayudó a comprar un terreno en Chino, donde inmediatamente intentaron construir una mezquita. El fallecido era un individuo muy valiente y depositaba su confianza en Dios. Acudió al despacho del alcalde de Chino para presentar la Comunidad. Tras hacer una introducción, habló de la construcción de una mezquita en Chino. El alcalde dijo inmediatamente que allí no se construiría una mezquita y muy enfadado dijo: “por encima de mi cadáver”‘. Al oír esto, Chaudhary Sahib se levantó con extraordinario celo y dijo: «Señor alcalde, esta mezquita es un lugar para adorar a Dios Altísimo; sin duda se construirá». Finalmente, allí se construyó una mezquita -todas las alabanzas pertenecen a Dios- y el mismo alcalde vino y se disculpó. Después visitó la mezquita en varias ocasiones. Chaudhary Munir Sahib era muy valiente.

Hammad Sahib es un misionero y también estaba emparentado con Munir Sahib. Dice: “Cuando inicialmente comencé a trabajar, empecé a enfrentarme a algunos retos. Escuchaba con mucho cariño lo que yo le decía y luego me explicaba las cosas con mucha sabiduría. De este modo, cualquier asunto o dificultad que tuviera se resolvía por sí solo. Busqué su consejo en muchos asuntos”.

Munir Shams Sahib, Director de MTA, afirma: “Instaló la estación de comunicación terrestre de forma excelente. Una de las buenas cualidades de Chaudhary Munir Sahib era que siempre se esforzaba por buscar la información en todos los asuntos y siempre trataba de ahorrar los fondos de la Comunidad. Sólo compraría las máquinas que fueran necesarias. Se evidenciaba un extraordinario vínculo de sinceridad y lealtad con el Jalifato a través de todo lo que hacía y hablaba. Siempre se esforzaba por obedecer al pie de la letra todas y cada una de las palabras del actual Jalifa. Aunque era el director de la estación de comunicación terrestre de MTA, no tenía ninguna pretensión ni deseaba ninguna fama para sí mismo, ni insinuaba que alguna tarea se había conseguido gracias a él.”

Trabajaba con total humildad y, de hecho, daba el mérito a otros. He visto que cumplía su Waqf [dedicación exclusiva a la Comunidad] con la mayor sinceridad y se esforzaba desinteresadamente por garantizar que la MTA llegara al continente americano. Daba excelentes consejos basados en lo que sinceramente consideraba acertado.” También me escribía a mí. Nunca quiso ser el centro de atención. Sentía un profundo anhelo por completar de la mejor manera posible la tarea que le había encomendado el actual Jalifa. Que Dios Altísimo le conceda Su perdón y misericordia y eleve su posición.

La segunda mención es para el respetado Abdulrehman Kati Sahib de Ilah Noor Kerala, que también falleció recientemente.

[árabe]

A Al’lah pertenecemos y a Él retornaremos

Por la gracia de Dios Altísimo era un Musi. Aceptó el Ahmadíat a los 16 años a través de su tío materno Maulana Muhammad Alwi Sahib. Era asiduo a los ayunos y a las oraciones y mantenía una relación muy sincera con la Comunidad. Era una persona sencilla, humilde y virtuosa. Siempre intentaba incorporar un aspecto religioso a todo lo que hacía. Su hijo escribe: “Mantenía la religión en el primer plano de nuestra formación; así, a primera hora de la mañana, antes de ir a la escuela, se encargaba de que tuviéramos un tutor religioso, y se aseguraba de que recitáramos regularmente el Sagrado Corán por la noche antes de irnos a dormir”. Su esposa falleció hace tres años; le sobreviven dos hijas y cuatro hijos. Uno de sus hijos, Shamsuddin Malabari Sahib, es misionero encargado de Kababir y no pudo asistir al funeral. Que Dios Altísimo le conceda paciencia y tolerancia. Que Él eleve el rango del difunto y le conceda perdón y misericordia.

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